«Quiero abrazar a las millones de mujeres que se sublevan ante los que nos hacen sentir insignificantes. Mujeres que defienden lo que sienten y piensan, que alzan la mano cuando no están de acuerdo, aunque otros levanten las cejas. Ellas son mi inspiración”. Con estas palabras, una Shakira más icónica que nunca se refería a su último gran golpe en la industria musical y del entretenimiento: BZRP Music Session #53, que hoy podríamos catalogar sin temor a equivocarnos como un verdadero himno que sintoniza con siglos de mujeres que, ante ataques y humillaciones, simplemente han callado. Shakira no calló, y al romper el silencio hizo vibrar y tambalear al mundo entero.
“Lo que para mí era una catarsis y un desahogo jamás pensé que llegaría al número uno del mundo a mis 45 años, y en español”, señala en la misma publicación de Instagram, una de las pocas en los que se ha referido al éxito de su tiradera contra su ex. Y es que la que podría catalogarse como la canción más personal en la historia de la estrella latina se transformó en fenómeno y rompió todos los récords de streaming, algo no muy nuevo para la cantante, ya que en sus 30 años de carrera siempre se las ha arreglado para estar en las primeras posiciones de los charts, pero esta vez tenía un tinte distinto. Esta vez Shakira se transformó en la noticia de la que todo el mundo habló por horas, días, semanas… Y es que como nunca, nos abrió las puertas a lo más íntimo de su vida, y de forma muy explícita.
Las palabras de Erika Fontalvo, directora del diario barranquillero “El Heraldo”, no pueden ser más perfectas al señalar que: “Bastaron horas para que el poderoso manifiesto feminista de la barranquillera, materializado en una canción sin nombre propio, pero identificada como BZRP Music Session #53, se alzara como un fenómeno social sin precedentes que superó en sí mismo su dimensión musical. Frase tras frase, cada una más mordaz que la anterior, el tema demuestra cómo Shakira, a través de lo que mejor sabe hacer, la creación artística, ha encajado con admirable resiliencia; aunque también con rabia, tristeza y frustración —¿qué mujer en su caso no las sentiría?— la traición de su ser más amado y en el que confiaba plenamente: el exfutbolista Gerard Piqué, compañero de los últimos doce años de su vida y padre de sus dos hijos”.
Pero como era de esperarse, el éxito trajo consigo millones de críticas: «No debió meterse con la pareja de él, es muy poco sororo de su parte»; o «debió pensar en sus hijos”; “por qué se cosifica al ponerse en el lugar de un auto o un reloj”. Yo me pregunto: ¿por qué no puede desquitar su rabia con la mujer que se metió en su relación, en su casa y que hasta se comió su mermelada? (Motivo por el que se habría detectado la infidelidad), y recordemos que fue Piqué quien quiso exponerse públicamente con su nueva pareja a solo días de conocerse su separación, teniendo muy claro la repercusión que tendría y cómo esto podría afectar a sus hijos.
Estas reacciones de los sumos pontífices mundiales de “lo que está correcto en una relación ajena” suponen entonces que las mujeres siempre tendrían que poner la otra mejilla y mentir a sus hijos sobre las decisiones que tomó su padre; repito, decisiones que él prefirió hacer públicas sin ningún tipo de remordimiento. Y cómo además ha dejado claro mostrándose en un Twingo y con relojes Casio, mofándose de la traición a la madre de sus hijos. ¿Acaso el mirar hacia atrás y recordar los siglos de historias de mujeres que tenían que tolerar que sus maridos llegaran a dormir con ellas después de acostarse con su amante no son suficientes para decir “ya, basta”?
Mucho se habla de la palabra “empoderamiento”, la aplaudimos y nos la tatuamos, pero ¡escúcheme, señor, señora! Acá hay una mujer con empoderamiento real, que le puso música a su dolor más grande y lo transformó en éxito. Este éxito puede venir del morbo que nos genera su relación y la traición de la que fue parte, pero más allá de eso se encuentra otra razón fundamental, solidarizamos y nos identificamos con ella y su sentir. Ojo, todo lo anterior no hubiera sido posible si, además de todo, la canción no fuera una ¡tremenda obra de arte moderno!
Vuelvo a citar a Erika Fontalvo, quien con su mordaz redacción le da una bofetada a quienes de forma “más papista que el Papa” osaron criticar la forma de actuar de Shakira: “La proclama autobiográfica de Shakira incomoda. Es lo que hacen los artistas y ella lo es. Que no se olvide. Piqué dañó a la loba que ahora aúlla en su contra. Esta diva implacable rompe esquemas sobre los convenientes silencios alrededor de las rupturas de parejas famosas y pudientes, alecciona a otras mujeres sobre cómo empoderarse tras ser despreciadas y exhibe públicamente con extraordinaria dignidad su corazón roto en mil pedazos. Nada más épico que vengarse con talentosa furia tras amar sin límites y ser traicionado. Fin de la historia. Para qué las sutilezas cuando sobran razones para liberarse del opresor corsé de la lastimera mujer despechada”.
Como ciudadan@s latin@s le debemos harto a Shakira, ha puesto nuestro continente en los radares de la música, ha llevado nuestro idioma a una posición de respeto, y ¡ojo!, no lo ha hecho solo moviendo las caderas, pues cada nueva canción suya es un nuevo éxito. Por algo ha sido quince veces ganadora del Grammy, filántropa y además —¡atención con esto Gerard Piqué!— es la cantante latina más exitosa de todos los tiempos. Yo no sé si el exfutbolista alguna vez alzó un triunfo mundial, pero con este último fenómeno, Shakira levantó —y se dejó con ella— algo así como la Copa mundial de la FIFA, pero en música, respeto, admiración y un sinfín de detalles más.
Creo que con todo lo anterior queda muy claro que este fenómeno mundial llamado Shakira, “Clara-mente” te quedó muy grande, Piqué.