El 17 de mayo de 2016 se promulgó la Ley de Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor (REP). También conocida como Ley 20.920, esta entró en vigencia el 2 de octubre de 2023. El espíritu de la citada ley tiene que ver con la generación de conciencia sobre un tema sensible -y urgente- como es la contaminación y el bajo impacto de las iniciativas de reciclaje.
La ley establece un marco para la gestión de residuos y el fomento del reciclaje. Aborda protocolos para reciclar lubricantes, electrodomésticos, baterías, envases, neumáticos, pilas y papel, pero no menciona nada sobre la segunda industria más contaminante del planeta y responsable del 20% de las aguas residuales: la industria de la moda.
Según datos del Ministerio del Medio Ambiente, en los últimos 20 años nuestro país se ha convertido en el consumidor más grande de ropa de América Latina. Si el 2015 un chileno compraba 13 prendas al año, el 2020 esa cifra aumentó a 50. Al mismo tiempo, se aumentaron los residuos textiles llegando a 572.118 toneladas al año, una terrible prueba de ello es el vertedero de ropa de nuestro Desierto de Atacama.
En este escenario adverso es que asoma la reutilización como un camino lúcido y lógico, pues de acuerdo a un estudio realizado por la Asociación Europea de la industria del Reciclaje (EuRIC), el impacto ambiental de la reutilización de textiles es 70 veces menor que la producción de ropa nueva. El informe señala que se ahorran 3 kilos de CO2 por cada prenda de calidad alta/media que se reutiliza y se necesita solo 0,01% del agua requerida para producir ropa nueva.
En agosto de 2023 se creó un comité para la elaboración de la “Estrategia de Economía Circular para Textiles”, que fue liderada por el Ministerio del Medio Ambiente y pretende disminuir el sobreconsumo de textiles, fomentar los negocios de economía circular y mejorar la gestión de residuos textiles, además de prevenir y erradicar los depósitos ilegales de residuos textiles. Todo lo anterior, plausible, por cierto, tiene que ver con estrategias de desarrollo en el mediano y largo plazo, pero, ¿los chilenos estamos tomando consciencia sobre los alcances del problema?
EMPRENDIMIENTOS CREATIVOS: UNA LUZ DE ESPERANZA
El emprendimiento es uno de los principales motores de la economía global y un emprendedor no solo busca un camino de realización comercial personal, pues además genera empleos. ¿Qué tiene esto que ver con el problema ambiental de la moda? Mucho, pues según datos de Corfo y de la UC, para el año 2021 existían más de 14 mil emprendimientos en la industria creativa que en su conjunto generaron más de 115 mil empleos, siendo el diseño la principal área de desarrollo en este tipo de industrias (32%), seguido de audiovisual y multimedia (23%), y música (18%).
¿ES COQUIMBO EL SILICON VALLEY DE LA MODA SUSTENTABLE?
En este escenario es que la Región de Coquimbo destaca a nivel nacional por un emergente ambiente emprendedor que vincula a todas las áreas antes mencionadas. Una posible razón es que La Serena alberga la escuela de moda más nortina de Chile, por lo que podría pensarse que es la frontera norte del diseño de vestuario nacional. Al alero de dicha escuela (Inacap), han surgido un sinnúmero de diseñadores de renombre nacional y varios emprendimientos textiles y de indumentaria que tienen una impronta muy particular:la sustentabilidad.
El director de dicha escuela, Francisco Valenzuela, destaca que la Región de Coquimbo, “ha tenido un crecimiento exponencial en la industria de la moda, sobre todo relacionado con el upcycling, esto va de la mano con la búsqueda de elementos del propio territorio. Se está experimentando, por ejemplo, la vinculación de nuestros diseñadores con las tejedoras de los pueblos como Chapilca y Río Hurtado, buscando esa identidad que se está fortaleciendo”.
A pesar de la existencia de varios Fashion Week a nivel nacional que potencian el diseño consciente, Valenzuela advierte que el gran desafío de la universidad que dirige, pero también de la industria en general, es, “democratizar la moda. Queremos que nuestros estudiantes creen sus propias marcas y que luego sean sus pares, los mismos jóvenes, quienes las usen”.
¿Qué ocurre en la práctica más allá del discurso obvio y necesario? Según Valenzuela, “en primer lugar, estamos incentivando el desarrollo de profesionales éticos, pero también hay que fijar la mirada en la tecnología. Hoy hay herramientas tecnológicas que permiten que podamos darle una segunda vida a una prenda. Hay que también fomentar la relación con el territorio”, entendiendo que la solución no se encuentra solo en el reciclar, sino también en el uso consciente, por ejemplo, de materiales locales.
Iniciativas como las “Olas limpias”, una ONG que recoge plástico de las playas y que luego transforma en nuevos productos como botones; O Franco Castillo, creador de “Injerto estudio”, que crea prendas a partir de cámaras de bicicletas, son ejemplos que sustentan la tesis de que, “algo bueno está pasando en la Región de Coquimbo” y que, a juicio de Valenzuela, no tienen que ver con “la moda del upcycling”, sino con un cambio real hacia la moda más consciente.
Pero la industria de la moda no tiene que ver solo con la confección de prendas. El diseño de zapatos, accesorios e indumentaria también viven su mejor momento y, en relación con el rescate de la identidad local, un ejemplo destacable es el de “Forjadas joyas”.
Se trata de un proyecto de investigación y experimentación desde la joyería, realizado por los orfebres de Coquimbo, Sebastián Rodríguez y Patricia Valenzuela, quienes crean joyas inspiradas en el oficio de la forja, es decir, en las rejas de fierro forjado que existen en las puertas y ventanas de las casas coloniales de barrios patrimoniales chilenos. La dupla de orfebres es pionera en trasladar el patrimonio de una ciudad a una pieza de joyería y han sido reconocidos e invitados a varios países para exponer su trabajo.
EDUCAR PARA CAMBIAR
Una iniciativa que destaca a nivel nacional es la de la joven coquimbana Dani Romero, creadora de “Epifanía”, un emprendimiento que surge con su propia diseñadora descubriendo la ropa usada en las ferias libres mientras estudiaba. “Primero compraba ropa, la intervenía y de forma paralela fui estudiando el lado más oscuro de la moda. Eso marcó para mí un antes y un después”, señala a Revista Sarah.
Tras una breve crisis vocacional desencadenada por advertir que estaba estudiando una carrera que se inserta en una industria contaminante, en lugar de dejarla, decidió aportar desde su vereda. “Transformé el reciclaje en mi bandera de lucha y empecé primero a generar contenido para difundir información. Esa ropa que creaba a partir de residuos dio paso a talleres que empecé a hacer para que otros también aprendieran cómo crear ropa consciente”, detalla.
“Epifanía” fue creciendo y diversificándose, su principal pilar es educar a la población y, en ese sentido, ha generado iniciativas como un taller para enseñar a hacer productos textiles a internas de la cárcel de La Serena o un kit que está próximo a lanzar, “con todo lo necesario para que alguien pueda crear una prenda a partir de residuos”.
Dani Romero también advierte que, “falta harto todavía por explorar en el upcycling. En general, se le familiariza con la estética urbana, con los deshilachados, pero hay marcas chilenas que están creando ropa real y utilitaria a partir del reciclaje. El desafío es que la gente valore a esos diseñadores y todo el trabajo que hay detrás de una prenda”, destaca.
UNA COLECCIÓN DE ALTA COSTURA CREADA CON RESIDUOS DEL DESIERTO
El 9 de abril de este año, el diario nacional Las Últimas Noticias publicaba como titular principal la frase, “Chilena convirtió ropa botada en el desierto en alta costura”, lo que causó el interés inmediato de miles de personas. Se trataba de Johana Fernández, quien hoy es un referente indiscutido a nivel nacional e internacional en lo que a moda sustentable se refiere.
Johana es la creadora del Runway Fashion Design, programa apoyado por Corfo que logró un hito que ha dado que hablar incluso internacionalmente. Reunió a diseñadores y artesanos del norte del país y los situó en pleno Desierto de Atacama para recoger ropa del tristemente célebre vertedero de desechos textiles. ¿El desafío?, crear colecciones dignas de una pasarela a partir de esa ropa reciclada.
El hito de finalización de este programa fue una pasarela en Iquique en que los creadores presentaron una competencia de diseño que contó con la presencia de jurados de la talla de Juan Carlos Mesa y Ágatha Ruiz de la Prada. “La idea era dar a conocer la situación de los vertederos de Alto Hospicio”, señaló Fernández en la oportunidad y, efectivamente, el evento logró que el tema fuese reporteado y hablado por millones de personas.
Pero Johana, muy lejos de la gloria de la producción de iniciativas como ésta, pone un tema importante sobre la mesa. “Estamos al debe”, nos señala al tiempo que analiza que podrían existir 100 Fashion Week a nivel nacional con inspiración en el reciclaje, pero esto no soluciona el problema de fondo que es la contaminación. “Creo que es un problema que tiene muchas aristas y yo distingo al menos 4 entes importantes que deben tratar el tema de forma coordinada: el estado, el mundo privado, la academia o universidades, y la sociedad civil”, destaca.
Un punto muy importante para Fernández tiene que ver con la falta de protección de las marcas nacionales por sobre las internacionales. “¿Por qué no pensar en restringir un poco el ingreso desde el extranjero, quizás con algún impuesto?, hoy tú te puedes comprar una polera en 5 dólares y te la envían desde China sin pagar envío, y es imposible que alguien del mercado nacional pueda competir con eso”, señala.
Un desafío que se plantea Johana como parte de la industria de la moda y creadora del Runway Fashion Design tiene que ver con medir el impacto real de iniciativas como la suya, que en términos numéricos logró rescatar 1,5 toneladas de basura textil desde el desierto, en donde trabajaron con 43 diseñadores y artesanos, de los cuales el 90% eran mujeres.
“A mí me gustaría que este tipo de iniciativas se transformen en ventas efectivas para esos diseñadores, que se logren puntos de venta en otras ciudades y que el estado sea un actor más importante, que aúne a todas las partes para lograr políticas de sostenibilidad de la industria de la moda y del fomento a la compra”.
LA VISIÓN DE LOS DISEÑADORES
Vedelia Donoso es, probablemente, uno de los nombres más recurrentes cuando se habla de moda en la Región de Coquimbo. La diseñadora de alta costura es serenense de nacimiento y observa con optimismo el panorama de la industria del diseño y su vuelco hacia la sostenibilidad, en particular el de la región que la vió nacer. Al mismo tiempo, agrega que el fenómeno podría no ser completamente “sustentable” si no se relaciona con la realidad local.
Después de la 2da guerra mundial, según comenta Vedelia, hubo una gran escasez de tela en Europa y el reciclaje de telas se volvió una necesidad. “La gente empezó a hacerse ropa con los sacos de harina, que eran de algodón. Las empresas que vendían harina, conscientes de ello, empezaron a imprimir sus sacos con diseños bonitos para ser usados en confección después”, señala, al tiempo que destaca que el upcycling no es un fenómeno nuevo y que tiene que ver con necesidades, pero sobre todo con las realidades locales de los territorios.
Para la diseñadora, el upcycling es siempre un reto creativo y hay que tener cuidado con simplemente copiar lo que vemos en redes sociales. “En La Serena, por ejemplo, hay muchas redes de pesca en desuso, por lo que creo que ir a buscar tela denim a Antofagasta es un despropósito. Si nos fijamos en lo que tenemos, vamos a tener éxito, hay que preguntarse, ¿qué podríamos rescatar de la minería, de las pesqueras, de los packing de uva de exportación?”.
“La idea de reciclar tiene que ver con resolver problemas y para ello lo más importante es fijar la mirada en la propia región”, recomienda la profesional del diseño. “En Europa están usando las alfombras en desuso para hacer abrigos y nosotros en Chile no tenemos tanta necesidad de abrigos, tampoco producimos alfombras, eso funciona allá, porque Marruecos está al lado. Imagínate nos pusiéramos a importar desde Europa algo para reciclar acá, eso no sería reciclaje”, advierte.
Por su parte, el diseñador chileno Heri Levi destaca que los diseñadores y creativos están haciendo su parte, pero, “necesitamos que el Gobierno o el Estado más bien, generen condiciones para el desarrollo de la industria. Por ejemplo, apoyo a la internacionalización, en Chile hay harto talento que podría proyectarse fuera”.
Otro alcance necesario de observar, según el diseñador, es generar la profesionalización necesaria en el área para que el trabajo del diseñador no solo sea sustentable, sino también rentable. “Hay chicos muy creativos, pero además hay que enseñarles a ser empresarios. Eso incluye sacar costos, formalizar la empresa y también preocuparse del marketing de su empresa”, señala.
CUANDO LA TEORÍA SE TRANSFORMA EN MAGIA
¿Podemos hablar de una generación de oro en el diseño de moda en la Región de Coquimbo? Es muy probable que sí, sobre todo cuando advertimos la fuerte irrupción de los procesos sustentables en la confección.
Por ello es que todo el presente reportaje se presenta, además, en una editorial de moda realizada 100% con diseñadores jóvenes que están redibujando los cánones de la moda tradicional. Marcas locales como César Ledezma, JHailt, Maite Glaria, Bárbara Rojas, Remozar, Forjadas joyas y, los ganadores del Runway Fashion Design, Fabiola Aillon, Nidia Vilca y Laura Chamaca, quienes dieron vida a estas imágenes, que representan el horizonte al que deberíamos llegar: hacer que la moda upcycling sea real y se convierta en la verdadera cara de la moda chilena. #SARAH
Fotografía: Diego Gallardo
Maquillaje y pelo: Make Up Woman
Modelo: Bárbara Prado
Estilismo: Sofía Rodríguez
Producción ejecutiva: Luis Aguilera