El coqueteo de Gabriel Martina (37) con la cámara es genuino, desde pequeño se caracterizó por su histrionismo y talento para atraer la atención de la gente. Es el mayor de cuatro hermanos que crecieron en el barrio de Caballito en Buenos Aires. El actor y comunicador narra con cariño y humor la eterna historia de amor de sus padres: “Tengo una familia hermosa, mis viejos siguen pololeando después de más de cuarenta años, no se han casado ni por la iglesia. ¡Viven en pecado! Así crecí”, ríe.

NACE UNA ESTRELLA

A los 16 años, y consciente de su atractivo físico y carisma, comenzó a probar suerte en diferentes castings. La publicidad y la TV fueron sus primeros pasos, incluso consiguió trabajar al lado de la icónica Susana Jiménez. A los 23 años llegó a Chile para participar en algunos programas juveniles y series de televisión. Realizó proyectos audiovisuales en Santiago y Argentina, unas de sus últimas apariciones fueron en el reality “Resistiré” de Mega y el programa “Comilones” de Vía X, junto a su compatriota José Luis Bibbo, también conocido como Joche. “Después de tres años renuncié, no estaba conforme. Pero lo siguen trasmitiendo, por contrato pueden hacer uso de mi imagen, aunque no me paguen”, explica.

Eres actor de profesión, pero has trabajado más en el área de las comunicaciones, ¿lo buscaste o se dio de forma natural?

La actuación es algo que me encanta, tengo facilidad y conexión con el teatro, y estudié en Argentina con tres grandes profesores. Pero si me preguntas qué me gusta más, me inclino por la conducción, hacer entrevistas y notas; donde pueda ser espontáneo y poner mi condimento, sin tanto guión.

¿Por qué decidiste entrar a “Resistiré” luego del episodio de infidelidad de tu novia Tere Kuster con Fede Farrell?

En TV se estaba viendo una relación de dos personas, pero se supo que había un tercero, yo. Me enteré porque tenía amigos y conocidos que trabajaban ahí. Cuando me ofrecieron entrar, yo ya había soltado a Tere, en el sentido de que, si en algún momento ella se enamora de otra persona, lo acepto. Soy pro amor y no de ataduras. Dentro de mi angustia y dolor no quería ser egoísta ni condenarla, solo quería verla a los ojos y que me contara lo que sentía, y al entrar corroboré nuestra conexión. Fede es una excelente persona que supo contenerla y ella se refugió en él. El reality fue un laboratorio humano, trataban de ver cómo peleaban y si no te besabas con uno te descontaban una semana del sueldo, súper bizarro. 

¿Volverías a este formato de programa?

Lo dije antes y lo digo ahora, ¡ni muerto! (ríe). No estaba en mis pretensiones en lo más mínimo. Cuando entras a un reality ellos hacen lo posible e imposible para derrumbarte, es exponerse demasiado. Con “Resistiré” hice una excepción por Tere, para que se reivindicara. Hubo cosas que no pudimos hablar, estábamos con micrófono todo el tiempo, pero necesitaba tenerla frente a mí y conversar sobre lo que estaba pasando.

¿Tienen planes de formalizar la relación?

Sí, creo que todo esto nos acercó mucho y nos hizo más fuertes. Antes hablábamos en plan sueño principesco y hoy lo hablamos de verdad. Le digo que me gustaría verla como mamá y ella me dice que quiere que yo sea el papá. Quizás va a ser a mis 40, hoy tengo 37 y estamos con muchas cosas pendientes cada uno, pero sí queremos seguir recorriendo esta vida juntos.

GALÁN INNATO

Muchas mujeres llegan al cuidado Instagram de Gabriel para admirar sus fotografías y escribir en los comentarios de cada publicación lo guapo que es. Él lo toma con cariño, le encanta interactuar y leer los mensajes que le dejan, pero también repara con especial atención en aquellas personas que le manifiestan admiración por la fortaleza de su relación con Tere. Y esa actitud poco pretenciosa lo hace aún más entrañable e irresistible. 

¿Cómo es tu relación con las seguidoras?

Son muy amorosas y de distintas partes del mundo. Lo interesante de leer sus mensajes, y saliendo de lo banal que escriben como que soy lindo, es que me cuentan que han pasado por algo parecido y que han reivindicado sus votos de amor. Se puede creer, yo estuve en la otra vereda, también he sido infiel, sé lo que se siente, sé lo que sintió Tere, y no la puedo condenar porque sería condenarme a mí mismo. 

La gente te compara con Ricky Martin, ¿qué te pasa con eso?

Soy la versión pobre y heterosexual de Ricky (ríe). Siempre me ha pasado, me hacen chistes y la verdad es que me causa mucha gracia. Ricky es una gran persona, muy profesional y me gusta como artista. Qué te puedo decir, es un halago que te digan que eres parecido.

En tu Instagram te podemos ver con diferentes looks, ¿te gusta la moda?

Me gusta. No soy un tipo que se aferra a un solo estilo, pero trato de mantener cierta estética en el vestuario. Soy bastante básico, me gusta mucho el negro y estoy luchando por salir de ahí. Hoy no me puse nada negro, solo el bóxer (ríe). Me gustan las camisas, los pantalones de vestir, los zapatos; aunque siempre ando bastante informal, trato de meterle onda y buscar la tendencia. Tere me ayuda porque le encanta la moda, pero nunca pregunto qué me pongo ni qué comprar, aunque sí acepto consejos.

¿Cómo te cuidas?

Llevo muchos años entrenando y cuidando mi cuerpo e imagen porque es mi empresa. Como sano, aunque también me doy mis gustos. Voy cambiando las técnicas de ejercicios, ahora estoy más yogui porque el gimnasio me ha generado muchas lesiones. Pero siempre estoy moviéndome, es súper importante y más en un hombre.

CUANDO PASE EL TEMBLOR

Por estos días Gabriel se encuentra sin trabajo, aunque está probando suerte con algunas audiciones para obtener un rol en una nueva serie basada en la vida de Isabel Allende. Debido a las movilizaciones ciudadanas en el país, muchas marcas han recortado su presupuesto publicitario dejando como principales afectados a los influencers. “En cuanto a lo social y económico, este estallido me recuerda mucho a todo lo que pasó y sigue pasando en Argentina”, señala. 

¿Qué proyectos estás preparando?

Qué difícil hablar de algo concreto en esta realidad (suspira). Tengo el piloto grabado de un programa de entrevistas con asado de por medio, está buenísimo. También tengo muchas ganas de viajar y recorrer varios países de Latinoamérica, empezamos con Cuba hace muy poco y me gustaría visitar México y Colombia, mostrar un poquito de su cultura, hacer lo que hacen muchos influencers de viajes.

¿Qué reflexiones has hecho sobre todo lo que está pasando en Chile?

Vivo acá hace 13 años, vengo de un país con una política y realidad social bastante difícil y aquí encontré la paz que mi patria no me pudo dar. Volver sería lo mismo que quedarme acá y esperar a que pase el temblor. Desde el día uno mi trabajo disminuyó, es como si tuviese un quiosco en Baquedano. Me duele la violencia, se acumularon cosas por años, la gente quiere respuestas ahora y está  difícil el panorama. Dentro de lo poco que sé sobre política y lo ignorante que soy en leyes, la incertidumbre es mi mayor estrés.

¿Cómo manejas ese estrés?

Hago ejercicio, pero a veces no alcanza. Estamos en una realidad que nos involucra a todos, sea cual sea el rubro en que trabajes. Mi familia en Argentina está preocupada, ves las redes sociales que son más crudas porque la televisión manipula la información y no te muestra toda la verdad. Somos el último eslabón de unos títeres manejados por las grandes esferas de poder, a veces pareciera que trasciende las fronteras de Chile y que hay una cabeza más siniestra detrás. Mientras más uno sabe, es peor.

Antes del estallido social tuviste un altercado con Arturo Longton en redes sociales, ¿cómo esquivas a los “haters”?

Arturo es un pibe especial, todos saben lo que pasa cuando abre la boca. Conozco a su hermano hace años y me pareció injustificado lo que hizo. Le contesté con respeto y el me devolvió agresión, entonces respondí igual.  Pero aprendí a ver a los “haters” con altura de mira. A veces uno tiene que empatizar incluso con el odio del otro, si me tiran veneno y yo lo recibo, es mi culpa. En algún momento bloqueé a mucha gente que me agredía a mí y a Tere. Si un “hater” se da el tiempo de escribirme, entonces yo me voy a dar el tiempo de darle la espalda.

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