A esta altura, todo Chile conoce la historia de Diego Urrutia, o al menos eso creen. Pasó de ser un tiktoker con una incipiente carrera en redes sociales a convertirse en la revelación del humor nacional. Tiene 28 años, pero se inició en el stand up tímidamente a los 15; en 2021 dio el salto y comenzó a actuar en solitario. Ya en 2023 lo llamaron para ser parte del Festival de Viña del Mar, desafío que asumió aunque le dieron solo cinco días para prepararse. Y bueno, aceptó la invitación y el resto ya es historia. 

EL TRIUNFO DEL HUMOR MILLENNIAL

Diego se toma su tiempo antes de contestar, es algo irónico y habla relajado, casi olvidando el hecho de que tiene varias actividades más por hacer después de la entrevista. A veces incluso, deja entrever su acento cantadito del sur.

Conversar con él es enfrentarse a lo incierto. ¿Cómo saber si lo que dice es real o es una broma? Pero basta comenzar a dialogar con él para fundirse en una suerte de rutina humorística en la que conectas con todo lo que comenta, y esa naturalidad es una de las claves de su éxito.

Diego, ¿has procesado tu show en Viña?

Me costó harto hacerlo. De hecho, creo que todavía no lo he bajado muy bien. Teníamos shows para marzo agendados desde antes y al hacerlos, me he dado cuenta de que la reacción del público es muy intensa.

¿En qué lo notas?

Hace poco estuve en una universidad y la gente se me acercó a pedir fotos, había una barrera y estaban quedando apretados, les decía que no se empujen, me asusté porque pensé que iba a haber una avalancha, y esas cosas antes no pasaban.

¿Te sientes bien con eso o fue muy brusco el cambio?

Me siento bien, porque siempre estuve preparado. Si me voy a dedicar al humor tengo que ser de los mejores, y eso involucra también ciertos costos, como la fama. Entonces lo tenía pensado desde el inicio. Tienes que saber que en algún momento te van a pifiar y en algún momento te van a reconocer, lo bueno y lo malo.

¿Y Viña era tu meta?

Sí, siempre, toda la vida, desde que empecé a hacer stand up. Yo hacía chistes y pensaba “si este lo hiciera en el Festival de Viña no funcionaría”. ¡Te juro! De hecho, se me ocurrían chistes con marcas, y no se pueden mencionar marcas, entonces los borraba.

Se podría decir que lo estabas decretando.

Claro, es que siempre pensé que era posible. Ahora, nunca pensé que iba a ser como se dio, con cinco días de anticipación, o este año. De hecho, yo igual lo había pensado “ojalá me llamen este año”. Después estaban todos listos y dije “ah, filo”. 

Pero entonces, ¿sí estabas preparado para este año?

Sí, me sentía seguro porque hice la rutina en distintas partes y funcionaba bien. Y no solamente con mi público, entonces eso te da más seguridad para ir a un festival grande como Viña.

Pero con cinco días de anticipación…

¡Pero con cinco días de anticipación! Tuvimos que crear un equipo con gente que hiciera fotos, visuales, sonido. No pudimos preparar un final tan pomposo como el resto. No pudimos planificar de aquí a lo que se viene, porque todos los shows que estoy haciendo ya estaban agendados. Yo le digo a la gente: “Ustedes compraron antes de que me confirmaran a Viña, compraron en verde, la hicieron, son inteligentes”.

EL COSTO DE LA FAMA

Durante su rutina en el certamen viñamarino, Diego bromeó con que aceptó actuar “por el mínimo”. Cuando en uno de sus shows recientes, desde el público le preguntaron sobre el monto oficial que recibió, no quiso revelar la cifra exacta: “Fueron más de 10 millones, como dijeron por ahí”, añadió derribando uno de los mitos alrededor de su contrato exprés. Lo cierto es que Viña marcó un antes y un después en su carrera: ahora se prepara para actuar en casinos y teatros, y con la producción que eso amerita. 

Hablando de metamorfosis, ¿qué te parece que ahora el humor haya cambiado?

Más que el humor, lo que cambia es la sociedad, porque finalmente el humor es un reflejo de la sociedad. Si a un humorista antes le iba bien haciendo chistes machistas, por ejemplo, es porque la sociedad era así y era lo que gustaba, estaban todos de acuerdo y había que reírse.

¿Y es más fácil o más difícil hacer humor con esta sociedad que ha cambiado? 

Ahora es más difícil ser humorista. Es más difícil porque hay redes sociales y las críticas son de distintos lados. Todo el mundo habla; siempre vas a herir a alguien sin quererlo. El camino que tomé es tratar de ser lo más transversal posible y no tan negro, porque es más fácil burlarse de alguien que hacer algo blanco. Hay que elegir las palabras adecuadas.

¿Qué opinas de la decisión que tomó Yerko Puchento? En realidad, Daniel Alcaíno. 

Creo que si no se sentía cómodo, estaba en su justo derecho de no ir. Yo no sé los detalles de lo que pasó, pero si él no estaba de acuerdo, me parece bien, sobre todo si después pude ir yo y aprovecharlo, mucho mejor. ¡Gracias, Yerko!

Durante tu rutina constante sobre la llamada para reemplazarlo, pero ¿cómo fue realmente la invitación?

Primero que todo, estaba la opción de ir. Estoy en un grupo de WhatsApp con un productor y distintos comediantes, y él contó que Yerko se había bajado y que podían llamar a cualquiera de nosotros. Cuando dijeron eso, empecé a prepararme, pesqué el computador, vi qué cosas diría, me fui a cortar el pelo. ¿Viste que uno se corta el pelo y al otro día no queda tan bien? Se tiene que amoldar. Cuando me llamaron dije: “Espérame, que estoy en la barbería”. ¡Yo haciéndolos esperar po’! Me fui para la casa con un pedazo de pelo acá, un corte por acá, y empezamos a negociar. Todo se dio el 14 de febrero a las siete de la tarde.

¡Y recuerdas hasta la fecha y hora!

Es que fue bonito, había olvidado que era San Valentín, nadie me había escrito nada, yo tenía una reunión con amigos en un café y cuando llegamos estaba lleno de parejas, y tuvimos que ir a otro lugar. Confirmamos Viña a las siete y a las diez se daba la información, y desde ahí me llegó mucho amor, no de pareja, pero mucho más amor.

Hablando de ese amor, ¿qué te han dicho tus colegas?

Me llamaron para felicitarme y darme consejos. Siempre me he llevado bien con todos porque uno de los primeros pasos en el stand up es compartir escenario con alguien.

¿Quiénes estuvieron en tus inicios?

(Felipe) Avello, Sergio Freire, (Fabrizio) Copano, (Pedro) Ruminot, (Edo) Caroe… ¡todos! Y me llamaron personas que no pensé que lo iban a hacer, como Dino Gordillo, Paul Vásquez; gente que me dio su apoyo antes y después.

¿Son muy unidos?

Sí, en general es un gremio en el que nos queremos harto. Todos sabemos que es difícil hacer humor, sobre todo en Viña. Es ahí donde los comediantes se juntan, nadie puede hablar mal del otro, y al que lo hace lo retan… El resto del año nos pelamos por atrás, pero en Viña nos juntamos.

¿Y todos ellos están en el grupo de WhatsApp que mencionaste?

No, en ese grupo estoy con Claudio Michaux, Lucho Miranda y Kako Amedia. De hecho, estaba la opción de que fuéramos los cuatro y todos dijimos que era mala idea, ¡raro po’! ¿A quién le dan la gaviota si uno lo hace mejor que el otro?

Hablando de la gaviota, ¿qué opinas de que las redes sociales hayan criticado tanto las pifias del “monstruo”? 

(Respira). Pucha, es extraño que exista un festival donde pifeen a la persona que no les gusta. En ninguna parte del mundo pasa, y si pasa, es cuando algún artista dice algo cuestionable. No hay una cultura de espectáculos en vivo. Me encantaría que si a la gente no le gusta, se quedaran en silencio, pero también que el comediante se dé cuenta y sea capaz de bajarse. Es una responsabilidad compartida. No sé si va a cambiar, hay tradiciones que hay que entenderlas más que criticarlas. 

¿Te daba miedo ser pifiado?, ¿estabas preparado?

No estaba preparado, nunca lo pensé. Recién ese mismo día, cuando me llamó Dino Gordillo y me aconsejó tener unos caballitos de batalla, dije: “Oye, demás po’, puede que algún chiste no funcione y tenga que cambiar la rutina”. Yo tenía solo un plan A, no tenía plan B, pero tampoco quise ponerme en esa posición. Y desde que llegué a la Quinta sentí el apoyo de la gente. Entendían que mi invitación había sido con poca anticipación y todos querían que me fuera bien. 

De hecho, la gente te defendió mucho, especialmente en redes sociales.

Es que siento que logré expresar mis ganas de estar ahí y que de verdad era un sueño. La gente empatizó con eso, les caí muy bien y fui con una actitud muy piola, y que no fue falseada para Viña, porque en general soy así. A mí no me gusta hacer chistes como lo que hizo Fabrizio, que lo hizo muy bien, pero yo no hubiese dicho lo de Tonka, no me quise meter en el tema de los relojes porque es un delito y ella se podía sentir mal. Trato de no herir a la gente… Al final uno igual lo hace, pero sin querer.

COSA DEL DESTINO

Como cualquier niño inquieto con alma de artista, Diego era de esos que se sentaba atrás de la sala de clases, era desordenado y se divertía con sus amigos. “Siempre he sido parte del grupo de los chistositos. Nunca me he encontrado el más divertido, no es que yo fuera el payaso del curso, sino que tiraba la talla y el resto respondía”, contó sobre su pasado escolar en Temuco. 

¿En esos momentos te veías como humorista?

Jamás pensé que me iba a dedicar a la comedia, después cuando empecé a probar lo del stand up, me di cuenta de que sabía chistes, había visto rutinas. Pero después me di cuenta, antes no lo tenía pensado.

¿Y eso a qué edad fue?

A los 15 años, casi por hobby. Pero desde agosto del 2021 empecé a hacer shows solo y por todo Chile. Ahí empezó de verdad porque antes hacía stand up en Temuco, allá hay menos espacios, es más difícil cuando no te conocen y entras a bares de karaoke a arruinarle la fiesta al resto.

¿Qué te ha dicho tu familia?

Me contaron que vieron el show desde Temuco, ellos no fueron a Viña porque me ponía nervioso. En vez de ponerme nervioso con 15 mil personas, me ponía nervioso que estuviera mi familia. Me contaron que mi papá se tomó como seis combinados para bajar el estrés, mi mamá rezando para que me fuera bien, y después celebraron, llegaron los vecinos, tenían champaña… Algo que no se da en Santiago, era como “Los 80”, la serie. Muy antiguo, pero bonito.

EL CHISTE QUE CASI NO VE LA LUZ

¿Te volvió a escribir la TENS?

No, porque está bloqueada.

¿De verdad?

Sí. No me ha escrito, podría hacerlo porque tengo el mismo número. Pero yo creo que le da vergüenza. Supe que está pololeando. No creo que haya estado viendo el festival y le haya dicho al pololo nuevo “yo me lo cagué dos veces”, inseguridad po’, eso no se cuenta… Yo lo cuento y sabí por qué, estuve a punto de no contarlo, lo encontraba triste y Viña es un carnaval, pero dije: “Ya, démosle un toque dramático a la rutina”, y funcionó, es una de las cosas que más se recuerda. 

Exacto, y ¿por qué contaste el chiste?

¡Ah! Lo conté para que la gente no lo haga, para que quede el mensaje por debajo, que no perdonen dos infidelidades, una quizás y depende del contexto, pero dos ya…

Eres como nuestra Shakira.

(Ríe). Y soy acuario, igual que ella. Voy a preguntarle a Bizarrap cuánto cuesta una sesión.

HUMOR DIGITAL

“Pensé que TikTok no era mi red social”, relata Diego recordando que en un inicio sus videos no tenían la recepción que él esperaba. Pero una vez comenzó a crecer como una bola de nieve, y todo cambió. Algo parecido a lo que sucedió en su carrera post-Viña: “Aumenté como el triple de seguidores en Instagram y TikTok, creo que nadie aumentó tanto como yo. Fue muy cuático”. 

¿Cuánto influyó TikTok en tu carrera?

¡Montón! Porque estaba en pandemia y no podía trabajar. Había salido recién de la universidad, entonces me dediqué a hacer videos y no me fue bien. Luego volví y empecé a pegar de a poquito. La gente los compartía y eso hizo que más personas me conocieran, y desde que empecé hasta ahora no hemos tenido ningún show que no esté agotado. El público es lo más importante, yo puedo tener una rutina genial pero si no hay público, no hay nada.

Tus cifras de seguidores en redes sociales te convierten en influencer, ¿tienes amigos en este lado de las redes?

Pucha, buena onda con algunos, pero amigo, ninguno. Tengo amigos que son comediantes, amigos de la vida, los que me fueron a ver a Viña, los de Temuco. El Lucho Miranda, mi gran amigo de la comedia, con Pedro (Ruminot) también me llevo muy bien, es como un guía espiritual. Un día estábamos en La Serena y le pregunté cómo se hacían los asados, como a un papá. Mi papá es bacán y todo, pero le pregunté a Pedro. 

¿Y qué es lo más loco que te han escrito en redes sociales?

(Ríe). Bueno, hay hartas cosas chistosas que ocupo en los shows. Siempre te invitan a asados… Después de Viña me di cuenta de que me incluyeron en varios grupos de amigos, eso es muy raro. Y también proposiciones: “Oye, ven a mi casa, te estoy esperando”.

¿Subidas de tono?

Más o menos. Pero ni tanto igual, porque las mujeres son mucho más respetuosas que los hombres, los hombres son de enviar la foto del pene. 

¿Y te han mandado?

Sí, sí me han enviado, pero uno cacha igual y de repente ya ni los ve. Las mujeres en general no lo hacen, y cuando me han llegado fotos o videos de mujeres se nota que son perfiles falsos, que debe haber un hueón detrás estafando gente. Las mujeres son de decir algo y se hacen las locas. 

Imagino que eso también ha aumentado mucho más post-Viña.

Sí, y también estamos haciendo hartas cosas. Antes despertaba, pensaba ideas para hacer tiktoks, iba a actuar y ya. Ahora es un poco lo mismo, pero tenemos más shows que antes, hartas entrevistas, reuniones, cuestiones de publicidad, y pensando en hacer los chistes para la rutina nueva, porque no estoy haciendo nada de Viña, eso ya no se cuenta.

Claro, quemaste ese show.

Sí po’, en YouTube tiene como cuatro millones de visitas. Entonces estoy empezando de cero, otra onda, soy otro personaje, y eso me tiene más o menos complicado. Quiero que el show sea bacán. Si antes tocaba la guitarra, ahora guitarra y piano. Es momento de bailar…

¿Cómo Pame Leiva?

¡Sí! Me gustaría añadir cosas al espectáculo, momentos de interacción, de improvisación, todo lo que se me ocurra para que sea un show completo. Me da pena cuando los shows son a medias.

¿PERIODISMO? NO, GRACIAS

¿En algún momento te gustaría hacer periodismo?

No, nunca en la vida.

¿No te gustó?

¡Me carga!

¿Pero te titulaste?

Sí, terminé la carrera Periodismo y Comunicación Social, y eso me gusta, en un momento pensé en ser profe, hacer artículos científicos, hacer un doctorado y después una tesis. Esa parte me interesa, pero el periodismo en sí no me agrada, no tengo la personalidad necesaria tampoco.

¿Pero cómo no vas a tener personalidad?

No, pero ponte tú, una vez al lado de la U se estaba quemando un edificio, entonces el profe dijo: “Vayan altiro y sacan cuñas”. Y me dio tanta lata andar preguntándole a la gente: “¿Cómo se siente? ¿Y qué se le quemó? Pucha, eso no va a volver”. Me dio pena y no le pregunté nada a nadie, le copié a mis compañeros. No tengo mucha personalidad en general.

Pero te presentaste ante 15 mil personas en Viña.

Pero no se había quemado nadie. Estaba haciendo lo mío, lo que me gusta, ahí tengo más perso. Pero bajo el escenario soy muy tranqui. Siempre me invitan a carretes porque piensan que soy el bueno pal’ hueveo, y no lo soy. Tomo algo, tiró la talla con alguien, en volá bailo un rato… soy una decepción para mucha gente porque soy muy piola.

Retomando lo de Viña, ¿te gustaría volver?

(Piensa). Sí, yo creo que sí… en varios años más sí.

Así como Kramer, que fue diez años después.

¡Oh! ¿En serio?

Sí, fue en 2008 y después 2018. De hecho, me llama la atención que a ti te infantilizan porque fuiste con 28 años, y Kramer tenía 25 la primera vez.

Y cachai que el más joven fue Enzo Corsi, pero nadie lo menciona. Fabrizio (Copano) era el más joven en solitario, porque otros más jóvenes fueron en grupo. Coco Legrand fue con 24. Pero en realidad está Enzo Corsi, nadie lo recuerda, no sé por qué, quizás ni siquiera es verdad; él decía eso.

Eran otros tiempos igual, antes a tu edad estaban casados y con hijos.

Sí po’, y a toda la gente la infantilizan, es propio de la sociedad porque ahora a los 30 igual eres joven. Cuando dicen: “El humor tiktoker, el humor de los jóvenes”, y tengo 28, ojeras y entradas, entonces tan joven no soy, pero parece que ahora es así la cosa.

¿Pero estás bien con eso?

Sí (piensa)… me da lo mismo. Es que es mentira, no soy tan joven, pero si la gente me quiere ver así, o también me veo más chico, me dicen que por la pinta, por la actitud, ¿qué será?… Da lo mismo, la verdad. #SARAH

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