Si solo se pudiera escoger una palabra para describir al boricua Luis Roberto Guzmán (48), esta sería libertad. Eso emana desde que se sienta para iniciar la entrevista: enciende un cigarrillo y comienza a narrar pausadamente algunos episodios de su vida, esos que recuerda luego de cada pregunta. No lleva anillos, ni cadenas, solo un reloj en la mano derecha, porque los demás accesorios lo ahogan. El actor con más de 21 años de carrera viene de vuelta en la vida, y se nota en cada reflexión que realiza. Pero eso no significa que hasta acá llegó todo, sino lo contrario, aún tiene mucho que entregar, porque mantiene intacta esa estampa de latin lover con la que se nace o se nace, no se puede conseguir de otra manera. El efecto de una mandíbula cincelada, mirada profunda y cabello castaño funcionan perfecto para protagonizar teleseries mexicanas, películas y series como “¿Quién mató a Sara?”, su más reciente trabajo que, dicho sea de paso, es la serie más vista del año en Netflix.
EL PANTERA
En 2007, Guzmán protagoniza el que sería su más grande proyecto televisivo. Se trata de “El pantera”, serie de acción cuyo éxito fue tan arrollador que no solo tuvo dos temporadas más, sino que además le dio reconocimiento y consolidación. Pero al actor no le gusta catalogar este trabajo como especial, porque según confiesa, todos sus personajes lo son. Y es que valora cada oportunidad que le ha dado la vida, viniendo de un entorno humilde, todos los logros, por más pequeños que sean, son importantes. “Mi madre vivió la pobreza extrema antes de la industrialización puertorriqueña, ella nació en el 31… Era una mujer trabajadora, muy fuerte, extremadamente católica”, cuenta.
¿Heredaste lo católico?
Pues, el colegio en que estudié era católico y muy inclusivo. Cuando identificaban un talento, ya sea académico o deportivo, se encargaban de sustentarlo con becas, en caso de que el alumno tuviera necesidades económicas. Y eso es lo que sucede cuando mi padre muere. Yo tenía 10 años y era muy buen estudiante, pero la conducta estaba por el suelo (ríe). Mi mayor formación viene de una institución académica más que del hogar, estaba más en el colegio que en casa, precisamente para no pasar tiempo solo.
¿Cómo cambió tu vida luego de su partida?
(Piensa). En ese momento, como niño, no lo ves. Creo que tiene que ver con sobrevivencia. No había una figura paterna dentro de la casa… Hablemos sinceramente, era una familia disfuncional, pero no disfuncional, porque sí tenía amor. Ya con los años y el trabajo, pienso que otra cosa no me pudo tocar, abrazo lo que me sucedió, estoy muy orgulloso de mi familia y de cómo nosotros, mi madre, mi hermano mayor y yo, nos aportamos.
Y quizás sin el apoyo de tu colegio, no sería la misma historia…
Exacto. Mi sentido de trabajo, lealtad y honestidad viene del aprendizaje tanto de una institución como de la calle. Siempre fui callejero, no me gusta estar encerrado. Ya con la pandemia le he agarrado cariño y amor al hogar.
Hablando de la calle, ¿es cierto que te criaste en el mismo barrio que Daddy Yankee?
¡Es cierto! Nos criamos juntos, jugábamos en las pequeñas ligas de béisbol. Él vivía en un barrio adyacente y nos conocemos desde que nos mojábamos en los pantalones, literalmente (ríe). Conozco a su familia, con su hermano Normar particularmente éramos amigos, porque Ramón (Daddy Yankee) es menor.
MEXICANO POR ADOPCIÓN
Para Luis Roberto, la necesidad de escape lo llevó al arte. “Yo era muy extrovertido y he perdido eso con los años. No tenía miedo a hablar en público, no tenía miedo a nada”. Sin embargo, apenas terminó la secundaria, decidió estudiar Administración de Empresas en la universidad, pero uno de sus mejores amigos lo llevó sin querer por otro camino: “Él entró a actuación en una academia, y cuando vi que este compa estaba tan enfocado en eso, me dio mucha curiosidad. Me invitó a tomar unos cursos para probar, y le agarré inmediatamente el gusto”, relata.
¿Dejaste tu carrera?
Sí. Recuerdo que lo conversé con mi madre y se negó rotundamente. Así que le dije que no entraría al Departamento de Drama, sino a la Facultad de Educación, entonces estudié Pedagogía Teatral. Ejercí para sostener mi independencia, aun sabiendo que no era mi real vocación.
Pero luego vino tu revancha al llegar a Televisa, ¿cómo pasó eso?
¡Claro! En aquel momento era la única referencia, el monstruo audiovisual de Latinoamérica. Tenía 26 años, vivía solo y ese año había trabajado muchísimo, así es que tenía una lanita (dinero) ahorrada, y creo que me dije ¿qué más voy a hacer? Justo vino un huracán en Puerto Rico así que agarré mis cosas y me fui a explorar nuevos horizontes a México. Estudié tres meses en una academia y surgió la oportunidad para entrar en una telenovela. Luego de eso me apliqué para el Centro Estudios Artísticos de Televisa (CEA), y ya estando dentro, todo se facilitó.
Has interpretado a malos, buenos, galanes, y eres muy querido… ¿Cuáles han sido para ti los roles más trascendentales de tu carrera?
La verdad, te diría que todos. Es como los hijos, básicamente; yo no soy padre, pero de alguna manera es tu creación, tu bebé, para mí no hay uno más que otro. Además, como son pasajeros, terminas y tienes que soltar ese equipaje antes de empezar otro proceso, por eso cada uno tiene su propio valor.
¿Es difícil desprenderte de un papel?
(Piensa). Yo creo que es más difícil entrar que desprenderse. Para mí, entender ese universo, esa psicología, esa manera emocional y visceral del carácter, desde mi lugar y desde mi proceso, eso mucho más difícil que soltarlo.
También has realizado musicales y grabaste un disco. ¿Dónde te sientes más cómodo?
En la actuación, definitivamente, porque le he talachado. Talachar es la necesidad constante de potencializarte y tratar de ser mejor en lo que haces.
Y ¿te gustaría volver a la música?
Me gustaría, pero dentro del teatro musical, hacer “Nine”, por ejemplo, o “Next to Normal”. Estuve a punto de hacerlo, pero finalmente no se pudo concretar. Desde ese lugar, sí la retomaría.
Hay un rumor en Internet que dice que postulaste a Menudo, ¿eso es verdad?
Eso no es cierto, ¡ayúdame a quitarlo, por favor! (ríe). Realmente, como todo niño puertorriqueño de esa época, quería ser de Menudo, pero nunca audicioné ni nada. Sí me sabía las coreografías y las canciones, pero así de que ir y querer ser un Menudo, no.
Con una carrera casi íntegra en México, ¿te sientes puertorriqueño de nacimiento, pero mexicano de corazón?
Me siento puertorriqueño de nacimiento, puertorriqueño y mexicano de corazón; y mexicano por adopción.
LA LLEGADA A NETFLIX
“¿Quién mató a Sara?” ha tenido a los espectadores curiosos por resolver el intrigante misterio que propone la serie. Es aquí donde Luis Roberto da vida a Lorenzo, el guapo esposo de José María Lazcano, interpretado por Eugenio Siller. Una relación que se vuelve tortuosa con el paso de los capítulos, pero que siempre mantiene la unión por el inmenso amor que comparten. Sobre la popularidad abrumadora de la producción de Netflix, el actor afirma aún con algo de incredulidad y asombro que “no veíamos venir el éxito ni todo lo que ha sucedido”.
Cuéntame, ¿cómo llegaste al casting?
Como todo, a través de mi agencia. Lo evalué y simplemente me puse en los zapatos del espectador integrante de una sociedad que sigue evolucionando. Si hay algo que siempre he defendido es liberar mentes y prejuicios, y precisamente por eso es que tomé la decisión de interpretar a Lorenzo. Creo que era importante, y sobre todo en este momento que estamos viviendo donde han empezado a salir de la cloaca las fobias, los racismos… sentí que aquí había una misión.
De hecho, junto a Eugenio Siller ponen sobre la mesa el tema de la gestación subrogada, y hay una escena en particular que impacta mucho en donde le cuentan a la familia esta decisión.
En esa escena está el contrapunto, los pensamientos retrógrados contra los pensamientos liberales, por eso tiene tanto impacto en la audiencia.
Has contado que, a diferencia de tu personaje, tú no quieres tener hijos, ¿por qué esta decisión?
Porque somos muchos, y somos realmente el enemigo de este suelo que pisamos. Creo que hay que asumir responsabilidades al respecto. Y, por otro lado, cada cual tiene sus propias necesidades, yo no me veo criando; no tengo esa necesidad de paternidad.
Lorenzo es un abogado bastante atípico, ¿en qué te pareces a él?
En su capacidad de amar, en su sinceridad, en su honestidad. Y es atípico porque realmente no vela por los intereses de los clientes; creo que cuando asume algo importante es porque tiene la corazonada de que va a defender con verdad, no con estrategia (ríe).
¿Qué te pareció esta historia de misterio escrita por el guionista chileno José Ignacio Valenzuela?
Es muy interesante, porque lo conocí precisamente en una junta; yo estaba en mi casa y me dijeron: “El escritor está aquí, y tiene que irse mañana, por favor ¿puedes venir?”. Corriendo me vestí y fui, por suerte la productora está a 10 minutos de mi casa. Lo conocí y me platicó de su historia personal plasmada en la relación de estos personajes, su conexión con Puerto Rico, porque vivió muchos años allá, y también me extendió el gusto enorme que sentía de que yo estuviera en el proyecto.
¿Tienes alguna conexión con Chile?
¡Híjole, sí! En 2003 viajé a Chile para agarrar el crucero por la Patagonia hasta Santiago, y de ahí fuimos a Valparaíso. Me gustó mucho Santiago, es una ciudad muy bonita y elegante. También tengo algunos amigos, estudié con Paz Bascuñán, ella tiene unos roles muy buenos en comedia; y aquí en México tengo a mi compa Tiago Correa. Nos llevamos muy bien, lo quiero mucho, es un buen tipo y muy buen actor.
¿En qué más estás trabajando ahora que nos puedas adelantar?
Ahorita estoy feliz porque me voy a Puerto Rico a filmar una película. Es muy interesante porque después de 21 años estando en México, es la primera vez que voy a actuar en mi propio acento, en un personaje puertorriqueño.
¿Te cuesta retomar el acento?
Un poco, la verdad sí. Pero nada que no se agarre ya escuchando tu sonido y a tu gente.
ALMA LIBRE
Eres un actor que ha conocido la popularidad en una era donde las fanáticas escribían cartas y ahora esas muestras de cariño son a través de las redes sociales, ¿te acomoda esta nueva cercanía?
Pues mira, realmente me entretiene mucho el Instagram, pero no soy de estar compartiendo todo, solo lo justo. Es un medio necesario para el trabajo que estamos haciendo, lo tomo como un momento de distracción, pero que no sea mucho, porque es muy vicioso y no me permite concentrarme en otras cosas. Con Sara han aumentado mucho los seguidores.
En el ámbito más personal, ¿estás en pareja?
No… ¡es un dolor! (Ríe). Soy muy libre, la verdad.
Pero dentro de esa libertad, debe haber ciertos aspectos que te gusten de otra persona que te complementen.
(Piensa). Que se ponga en los zapatos del otro, la empatía, definitivamente.
Has dicho que eres de muchos amigos, pero ¿se puede tener amigos en el espectáculo?
Sí, sí se puede. Pero cada vez se reserva más uno. Laboralmente hablando, me he dado cuenta de que no se puede compartir todo, ahí se ven los verdaderos amigos (ríe).
¿En qué etapa de tu vida estás?
Pues mira, estoy reencontrándome nuevamente con la creatividad y con mi vocación. Cada vez amo más la ficción, lo hago con responsabilidad y compromiso conmigo mismo, con la historia y con la compañera o el compañero. Estoy en etapa de generosidad en el trabajo, no pensar nada más en mi historia.
En algún momento de la entrevista me dijiste que con los años perdiste un poco la extroversión que tenías de niño. ¿Por qué crees que pasó eso?
Yo creo que pasó cuando tuve conocimiento del pudor, cuando comencé a pensar las cosas antes de hacerlas. Eso pasa cuando ya te has llevado varios tropezones y has cometido varios errores. Ya todo lo cuestiono más, definitivamente. #SARAH