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La M de Mamá no borra la M de Mujer by Cote Aravena

Por @cotearavena

junio 2022

Decidí ser mamá, decidí iniciar ese camino, pero cuando me vi recorriéndolo también decidí otras cosas; por ejemplo, que el ser madre no sería lo único que me definiría y que no abandonaría a “la Cote anterior”.

Todos estamos de acuerdo en que la maternidad te cambia, pero ¿qué tan profundo?, ¿a qué nivel ocurren estos cambios?, ¿el ser madre te envuelve en una especie de metamorfosis donde simplemente hay que renunciar a lo que somos para convertirnos en una nueva versión? Suena duro, lo sé, pero una vez que me convertí en mamá fueron preguntas que me hice de forma recurrente día tras día, y que —confieso desde ya— aún no logro descifrar en un 100 %.

Decidí ser mamá. Era un sueño personal que finalmente se convirtió en un proyecto familiar. Mi embarazo fue complejo en términos de evolución, varias idas y venidas a la clínica por riesgo de parto prematuro, mucho reposo, mucho miedo y poco espacio para disfrutar. Finalmente, el día que conocí a Manuel llegó, y con él una avalancha de emociones que me encantaría decir que fueron todas positivas, pero para ser realista, y viéndolo en retrospectiva, hoy lo defino como un estado de shock. 

Recuerdo claramente una frase que me marcó tanto y que hasta el día de hoy tengo grabada a fuego. Llevaron a Manuel a un control rutinario y al volver con él me preguntaron: “¿Va a querer algo mamá?”, “¿cómo se siente mamá?”. Por un minuto sentí que todo lo que era desde ese minuto se reduciría a un solo rol, el ser “mamá de” y sentí miedo, y a la vez un profundo compromiso conmigo misma. El ser mamá sería un rol en mi vida, primordial, por cierto, pero no definiría lo que soy como persona, sino que se transformaría en una arista más de lo que quiero construir como mi propia identidad. 

No sé si cause el mismo efecto en todas, pero les prometo que el verme al espejo con un poco de maquillaje tapando mis evidentes ojeras era un bálsamo para mi día a día.

Comencé rompiendo pequeños estereotipos que sin lugar a duda llamaban la atención de mi entorno. Mi guagua tenía días y yo buscaba pequeños espacios para vestirme y maquillarme. De alguna forma estas pequeñas cosas que pueden parecer muy superficiales lograban conectarme con “la Cote anterior”. No sé si cause el mismo efecto en todas, pero les prometo que el verme al espejo con un poco de maquillaje tapando mis evidentes ojeras era un bálsamo para mi día a día.

¿Lloré? Sí. ¿Muchas veces me sentí superada? Absolutamente. Pero no es lo mismo enfrentar un desafío tan grande como lo es ser mamá primeriza sin absolutamente ningún arma, a hacerlo al menos un poco más conectada contigo misma. Esa es mi conclusión y finalmente el mensaje que me gustaría entregar. Ser mamá es la tarea más maravillosa que me ha tocado enfrentar, pero de igual forma definitivamente la más difícil de todas. Tenernos como aliadas a nosotras mismas es vital. Finalmente, la M de mamá no tiene por qué borrar la M de mujer.