Ha pasado la mayor parte de su vida laboral en el campo, rodeada de hombres y mucha tierra, con la presión constante de cumplir con los altos estándares que exige una exportación de fruta de calidad. Sin embargo, dijo ¡stop!, y decidió hacerse un “cariño”, como ella mismo lo define: renunciar a la empresa agrícola en la que se desempeñaba para dedicarse de lleno a su sueño; tener una tienda de ropa y decoración, y entregar más y mejor tiempo a los suyos.
A los 27 años, y en el mejor momento de su carrera como agrónoma, María Inés Velásquez Giddings puso pausa a su vida laboral. ¿La razón? Su marido se había quedado sin trabajo y debían buscar nuevos rumbos, destino que encontraron lejos de su natal Osorno. Nueve años han pasado desde entonces y esa “dura etapa” quedó atrás. Hoy, convertida en una empresaria, Mane marca pauta de moda y tendencias con una tienda única en la región, cuyo nombre ―Alma Nativa— define en gran medida quién es ella.
Conversar con esta sureña inspira paz y buena energía. Es una mujer tranquila, reflexiva y empática; así lo transmite durante nuestra entrevista. Y es que sabe que la vida no es fácil, pues ha debido sortear ciertas pruebas que quizás otras mujeres no habrían sido capaces de abordar con tanta entereza y determinación.
Es una amante de la tierra y el campo, y claro, la decisión de estudiar Agronomía no es casual, sino más bien el resultado de su crianza y formación, heredando de sus padres y abuelos este gusto por las tradiciones y costumbres, una faceta que siempre está presente en cada una de sus acciones, y es también el sello que identifica su tienda.
PRÓXIMO DESTINO: OVALLE
Junto a su marido, Edgardo Cuevas, habían formado una familia y un hogar en Villarrica. Ambos se desarrollaban en importantes compañías, él como administrador de un huerto agrícola destinado a los arándanos de exportación, y ella apoyando a emprendedores para mejorar sus procesos y lograr comercializarlos con éxito en el exterior. En pleno peak de sus vidas profesionales, Edgardo se quedó sin trabajo. “Estaba en un muy buen momento para mi edad, me estaba consolidando dentro de la agronomía, que es una industria súper masculina”. Sin embargo, no dudó nunca en seguir a su marido, aunque esto significara frenar abruptamente su desarrollo profesional.
Los nuevos desafíos laborales te trajeron junto a tu marido a Ovalle, ¿cómo fue experimentar ese cambio tan drástico?
Ovalle jamás estuvo en el mapa para nosotros, pero surgió un importante desafío laboral para mi marido, como lo era el administrar un campo orgánico. Jamás pasó por mi cabeza quedarme sola allá y decidí renunciar a mi trabajo. En ese momento creo que entendí verdaderamente lo que significa la vida, el despojarte de cosas que te gustan mucho.
¿Fue una prueba de amor?
Creo que sí, porque me costaba dejar ese trabajo. Mi marido lo entendió, porque somos un equipo, un muy buen equipo, y eso permite que las cosas funcionen.
Llegan a Ovalle por una oferta laboral para tu marido, ¿te cuestionaste qué pasaría contigo?
Primero se vino mi marido solo. Yo llegué tres meses después, y fue heavy darme cuenta de que luego de estar full en un trabajo, ¡no hacía nada! En ese tiempo, como el jefe de Edgardo supo que yo también trabajaba en agricultura, me ofreció involucrarme en el proyecto a fines del 2010. La verdad es que no era lo que me gustaba ni lo que me esperaba, era una labor más administrativa, relacionada con proyectos, presupuestos, todo lo que es el área comercial, lo que a su vez significaba no estar en el campo, como estaba acostumbrada.
¿Estabas haciendo lo que realmente te hacía feliz?
Cuando cumplí 30 años me vino el “viejazo”, no de la edad sino uno que me llevó a cuestionarme lo que hacía, porque estaba siendo infeliz. Me lo pregunté yo misma en mi escritorio, y así empecé a buscar lo que quería hacer. Y como tengo esa mirada comercial, comencé a observar que en Ovalle no había una lavandería y así partió “La Burbuja” en octubre de 2015.
LA NUEVA HIJA: ALMA NATIVA
En pleno embarazo, un día mientras conversaba con su marido, surge la idea de arrendar un local comercial ubicado justo al lado de la lavandería. “No lo pensamos mucho y ¡nos lanzamos! Instalamos Alma Nativa cuando Lorenzo tenía solo cinco meses”, por lo que, recuerda, fue un proceso difícil, “principalmente porque este nuevo desafío requería tiempo, algo que la madre de un bebé generalmente no tiene”.
La tienda es también una “hija” que comenzaste a formar y a armar.
Sí, es verdad. Trabajé hasta el último momento de mi embarazo en ella, y sin dudas este proceso me fortaleció. Cuando buscaba algo o salía de compras en Ovalle o La Serena, me quedaba con gusto a poco. Entonces me propuse generar un espacio donde las clientas pudieran acceder a esos productos, y además verse bien.
Alma Nativa tiene un estilo muy particular, ¿cómo podrías definirlo?
Sentía que aquí (en la región) se potenciaban muy poco las telas nobles: el lino, el algodón, la seda. No había ni siquiera oferta de retail cuando yo llegué a Ovalle. Si bien partí con las carteras, me entusiasmé con traer ropa exclusiva y así fui sumando más productos. Hoy tengo a disposición de nuestros clientes accesorios, una línea de cremas francesas, platos y tablas de madera, sombreros elaborados con elementos reutilizados, telares, carteras, zapatos, lentes, ¡y mucho más!
¿Elijes tú misma las colecciones de ropa y todo lo que se encuentra en Alma Nativa?
Sí, elijo todo yo misma. En ropa trabajo con la marca Umma, la diseñadora Verónica Sutil y este año se incorpora Paula Trujillo. En accesorios trabajo con Brenda Méndez Joyas, carteras Peregrina Cueros y Milah, entre otras marcas. Siempre estoy buscando distintas tendencias, aunque con un sello y estilo bastante definidos: hippie, hippie chic y boho. La idea es que las clientas tengan una amplia propuesta que les permita encontrar su opción.
¿Ha sido muy complejo entender a las clientas ovallinas?
Lo más difícil con las ovallinas fue que entendieran que en Alma Nativa encontrarían una propuesta novedosa, donde todas quienes trabajamos allí queremos atender de la mejor forma a las clientas. Al comienzo llegaban muy rudas, muy secas, y es algo que a mí me costaba entender porque soy muy buena para conversar, y yo pensaba que la gente aquí era toda feliz, por sus hermosos paisajes y su clima privilegiado (ríe).
A las ovallinas les gusta vestirse bien. Se están arriesgando, están probando y eso es muy bueno. ¡Estamos logrando erradicar las calzas y blazers! (ríe)
¿Sientes que tu proyecto ha madurado?
Sí, de todas maneras. Uno parte muy intensa y la verdad es que después vas dosificando esa energía y vas evaluando hacia dónde quieres llegar. Es fácil ir a un centro comercial, estacionarse y comprar, pero en Alma Nativa podrás buscar un regalo con más dedicación; es una propuesta que te permite volver a los orígenes, y eso es lo que necesitamos, volver a regalar con cariño.
¿Cómo proyectas la tienda para el 2019?
Estoy en procesos de cambios físicos en la tienda. Se viene una nueva imagen. Estoy enfocada en varios proyectos. También quiero viajar; me gustaría ir a buscar ropa a la India, a Bali.
UNA MUJER POWER
Mane reconoce ser afortunada. Se crió rodeada de mucho amor, con un padre y abuelo que la formaron como una mujer honesta, trabajadora y organizada, mientras que de su madre dice haber heredado un corazón noble, la sencillez y generosidad. “Mi mamá es mi cable a tierra y los brazos que me reinician en los momentos difíciles. Desde niña siempre estuve llena de ejemplos de cariño. Me enseñaron a ser feliz con cosas simples, a defender lo que quiero y a empoderarme con mi vida”.
Y así lo ha hecho, ya que hace pocas semanas tomó una importante decisión: renunció a la agrícola en la cual se había desempeñado los últimos nueve años, “por respeto a mí, a mis tiempos, mi espacio, a mi familia y a mi hijo, debía hacerlo”, afirma. Y no se equivocó, pues ha ganado varias horas extras a su día, las que ha utilizado para reorganizar muchas cosas que había dejado de lado producto de sus obligaciones laborales, la lavandería y la tienda.
Con una preocupación menos puedes enfocarte en lo que hoy te hace más feliz: tu familia y proyectos.
¡Sí! Mis proyectos son para mí una importante responsabilidad. Trabajo con cinco mujeres y por eso no puedo bajar los brazos, porque si yo los bajo también se los bajo a ellas, pues todas son jefas de hogar y cada una con historias potentes de vida. Es ahí cuando notas que la capacidad de un líder no significa quién manda más, sino que a la larga es quién tiene la capacidad de salir adelante.
Con tu ritmo de vida, ¿resulta compleja la vida materna?
¡Uf! Lorenzo tiene dos años, entonces para mí, ¡todos los días son lunes! (ríe). Él es muy creativo y activo, pues como dicen, los niños reflejan lo que uno es. Él a diario me entrega esa energía necesaria para el día a día. Yo puedo llegar hecha bolsa en la tarde, pero siempre estoy ahí para él.
Te desenvolviste en un mundo donde la mayoría de tus colegas son hombres. ¿Cómo se refleja esa experiencia en tu día a día?
La agricultura nos enseña a las mujeres a tener muchos más testículos, porque discutimos y peleamos como hombres y eso también me ayudó en la parte estructural y comercial. Por eso dejar de hacerlo de un momento a otro es duro, pero sentía que había cumplido un ciclo. Hoy me siento fuerte y capaz de todo: de salir adelante, enfrentar miedos y luchar por mis sueños. Las mujeres podemos; yo no permito que me digan que ‘no puedo’. Cuando algo se hace con esfuerzo y dedicación todo se logra, y todo en la vida tiene un costo, nadie te dice que será gratis. Cuando te cuesta, cuando sufres un poco, la satisfacción es mayor. Hay que vivirlo y vivir los procesos.
Por: @pialopezeccher / Fotografía: @daniel_esquiveles Dirección: @luisynilo / Outfit: @alma_nativa_chile Maquillaje: @makeupwomanchile. / Locación: Ovalle.