Trinidad Riveros, conocida como Princesa Alba, sabe hacer una entrada triunfal. Lo hizo hace seis años incursionando en la música con una controvertida canción viral saturada en Auto-Tune que la lanzó al estrellato. Lo hizo también en su exuberante primer show en el Teatro Caupolicán, el cual fue alabado por la prensa; lo hizo en su impecable y sorpresivo show como telonera de Coldplay; y lo hizo también en la sesión de fotos que acompaña esta entrevista.
Y es que Princesa Alba es ese fenómeno que no esperábamos en la industria, pero que aplaudimos, y que la ha llevado a ser catalogado como “la Britney chilena”, aunque ella prefiere no encasillarse en un estilo o en un ícono, pues su versatilidad es tal que le permite deambular con soltura y perfección desde el trap —género del que se reconoce pionera a nivel nacional—, hasta un show en vivo inspirado en el pop de la década del 2000. Camaleónica, versátil, perfeccionista en el escenario, ambiciosa en sus sueños y soberbia en la capacidad de pasear por diversos estilos bordeando la perfección. Hagan reverencia, que aquí llegó Princesa Alba.
DETALLES MUSICALES
“Nunca había estado con trencitas y la piel tan bronceada, ¿podríamos hacer algo? Es que no quiero hacer blackfishing, por favor”; dijo perspicaz apenas pisar el set y darse cuenta de que su look, que recordaba a las divas de los 2000, podría llegar a ser controversial. “Creo que al ser una estrella pop y tener tanta exposición tengo una responsabilidad, por eso siempre estoy preocupada de detallitos que quizás pueden generar problemas”, confiesa al comenzar la entrevista. Y podría haberlo dicho más fuerte, pero no más claro.
Tuviste un 2022 increíble, siete canciones en Spotify, contrato con Sony, un Caupolicán rendido a tus pies, y Coldplay. ¿Cómo sientes este éxito?
¡Uh! En año nuevo no quería que se terminara el 2022, porque fue uno de mis mejores años. Y es súper raro porque no saqué un disco, lancé la edición especial de “Besitos, cuídate” y eso trajo la coronación. Hizo que pudiese recorrer Chile, ir a México, que Coldplay pudiera escuchar mis canciones… entonces fue una experiencia súper bonita y ojalá este 2023 sea así de próspero, porque me pongo competitiva con mi yo del 2022; soy súper autoexigente.
Y cuéntame por favor, ¿cómo te contactó Coldplay?
Todo partió con un mail (ríe). De repente nos llegó esta propuesta, la producción estaba buscando teloneros, escucharon mi música y les gustó. Fue increíble, una experiencia súper bonita y aprendí un montón de ellos.
LA ONLY ONE
Hay algo en el tono de voz dulce, sereno y nasal de Princesa Alba que recuerda a Britney Spears. En 1999, la explosiva canción «Baby one more time» se convirtió en uno de los debuts musicales más importantes de la historia, cambiando de forma definitiva la industria del pop. ¿Suena familiar? En 2017, Trinidad Riveros irrumpió en la escena artística con el controvertido video de “Mi Only One”. Nadie entendía muy bien lo que estaba pasando, pero era un sonido que anunciaba una nueva era, y una nueva estrella, una que en su momento fue incomprendida.
Pese a que resultó ser muy beneficioso para tu carrera, en algún momento dijiste que ese video te hizo mucho daño, ¿por qué?
(Piensa). Pasó que “Mi Only One” se estrenó y fue viral no por cosas buenas. Se juntaron muchos elementos que provocaron mucho hate. Por un lado, está lo de Colo-Colo, que generó anticuerpos en la gente de otros equipos porque el fútbol es un ambiente machista. También me criticaron un montón por las pechugas; y se suma el factor música, la cantidad de Auto-Tune que ocupaba; no entendían que era un recurso estético y que a mí me gustaba.
¿Cómo te sentías?
Me hice la fuerte, me acuerdo que en un momento dije “estoy hecha para enfrentar esto”. Pensaba que la vida me había preparado para ese momento, y aprovechar la oportunidad para hablar del feminismo, del libre albedrío, del bullying de redes sociales. Tenía un montón de cosas que hacer antes de echarme a morir por el hate. Pero igual me dolía, y me lo oculté a mí misma para poder seguir mi carrera y para cuidar a mi familia, mis amigas… Yo los consolaba a ellos.
¿Bloqueaste tus sentimientos?
Sí, fue una disociación. Obviamente fue algo negativo, pero también me permitió salir adelante. Recién en pandemia me di cuenta del daño que me había hecho. Me generó muchas inseguridades que no había contado, y tampoco me las había confesado a mí misma, porque no quería decir “esta hueá me hace daño”, mi orgullo me decía: “¿Cómo esta gente va a poder lograr algo en mí?’.
¿Y cómo lo has ido sanado?
Con mucha terapia, amor, meditación, y hablando con mis amigas y con mi familia.
¿Sientes que eres un ejemplo de resiliencia?
(Piensa). Sí y no. No sé si es porque tiendo a ser muy positiva, pero después de “Mi Only One”, todo lo que se me vino pa’ delante era pan comido. Ya lo pasé tan mal la primera vez, que algo más terrible que eso no puede haber en mi carrera. Y ha sido un camino largo sacarme el estigma de “Mi Only One”. De hecho, han pasado seis años y sigue habiendo estigma.
¿Dónde ves esos estigmas?
Principalmente en redes sociales. Cada vez que estreno un video salgo de titular en ciertos medios, sobre todo en los tradicionales, y se llena de comentarios, y la gente escribe puras leseras detrás del alter ego de Instagram. Pero tiendo a mirar hacia otro lado y no concentrarme en eso, porque si no me volvería loca.
LA OBSESIÓN POR EL ÉXITO
Por más que el camino de Trini hacia la cima parezca corto, lo cierto es que lo cimentó durante años antes de recorrerlo. En el colegio era una alumna de sietes, estaba en la selección de la gimnasia artística, hacía danza, teatro y, además, era la encargada de comunicaciones del centro de alumnas: “Siempre quería hacer lo mejor y dar lo mejor de mí”, recuerda con alegría sobre sus días como estudiante.
¿Cómo era esa Trini?
¡Uy! Igual que ahora. De hecho, puede ser que en el colegio haya sido más trabajólica porque estaba súper obsesionada con el éxito. Además de todas las actividades que hacía, ¡quería sacar puntaje nacional! Estaba metida en tres preus. Miro con mucha admiración a esa Trini del colegio, forjó mucho de lo que soy ahora.
¿Y en qué momento descubres tu veta musical?
Siempre fui muy creativa, y me incentivaron a desarrollar la parte artística tanto en el colegio como en mi familia, pero no sabía que la música podía ser lo mío; a mí me gustaba escribir poesía, hacer videos. Fue en la universidad cuando entré a estudiar Comunicación Audiovisual que empecé a hacer música y caché que era el lugar donde podía desarrollar todas mis inquietudes artísticas: edición de videos, Photoshop, planes de marketing, hacer poemas, que pa’ mí son las canciones.
En Chile cuesta mucho hacer música, ¿qué cambiarías dentro de la industria?
Creo que a los artistas que están partiendo se les deberían generar más fondos por parte del Estado, porque lo queramos o no, se necesita mucha plata para partir, es un camino difícil. Yo tuve la suerte de que me hice famosa “altoque», tenía shows que me generaban ingresos para un video, por ejemplo. Me gustaría que hubiera más educación artística en los colegios, y también más presencia de mujeres en la industria. Debemos seguir apoyándonos entre nosotras.
Hablando de eso, las artistas nacionales se han unido en una especie de comunidad muy linda.
Sí y es súper honesto, hay mucha admiración entre nosotras. Yo soy fan de todas las cabras que me rodean, todas tienen un sello particular. Hay mucho respeto y ganas de seguir construyendo un espacio cada vez más amable para las niñas que están partiendo.
“NO ME CONSIDERO UNA CUICA ABAJISTA”
Eres de una generación musical full redes sociales, ¿tienes un finsta, una cuenta privada de Instagram?
¡Sí, sí, sí! Tengo un finsta, principalmente porque mi familia es súper importante y me da nervio exponerlos. Al principio lo hacía un montón y cuando pasa algo malo, les llegan mensajes a ellos y a mi familia, que no se dedican a la música, no les compete, y tampoco quiero que les lleguen.
¿Y cómo son las publicaciones que subes a esa cuenta?
Son un montón de cosas de mi abuela, de mi gato, de mis amigos que los considero mi familia. Aprovecho de mostrar muchas leseras mías… Aunque en mis redes sociales soy súper auténtica, no siento que haya una separación, no es como que en mi finsta soy otra persona.
También tienes mucha presencia en TikTok, y hace unos días vi un video donde se te criticaba por los cambios en tu cuerpo, ¿qué te pasa cuando te encuentras con este tipo de comentarios?
Bueno, eso me causó mucho conflicto al principio, porque cuando partí en “Mi Only One” sentía que tenía una bandera, la de no ser perfecta, de no tener un cuerpo 90-60-90, tener las pechugas caídas, y todo bien con eso. Pero con el tiempo me metí harto en el maquillaje y la moda, y por mi salud mental, me metí al gimnasio. Es una manera de botar estrés y eso también hace que esté más flaca. También he cuidado mi dieta, porque mi guata resiente el estrés. Y no es porque esté buscando pertenecer a los cánones de belleza, se me está dando, y no te voy a mentir, ahora me siento súper bien.
Y eso es lo importante porque, aunque tenemos un discurso de no opinar sobre el cuerpo ajeno, pareciera que a la gente se le olvida…
La gente tiende a decir “ay, Trini, te me caíste, ahora erí igual a todas, belleza hegemónica, estai enalteciendo los patrones que siempre rechazaste”. Yo creo que todos los cuerpos son bonitos, que cada uno sea como quiera ser. Por ejemplo, yo no me he operado las pechugas, porque me gustan, pero encuentro súper incorrecta a la gente que hace plastic surgery shaming. Pertenezco a un feminismo de la nueva era, creo que cada uno puede hacer lo que quiera con su cuerpo.
Otra de las críticas que se te ha hecho, especialmente cuando partiste, es decir que eras una “cuica abajista”. Imagino que no es lo más terrible que has leído.
(Piensa). Siento que la gente cuando escribe, no lo hace de la nada, no sé de dónde sacan sus argumentos, pero por algo es. No me considero una cuica abajista, pero sí tengo muchos privilegios: estudié en un colegio particular, tuve una situación económica bacán desde chica, mis papás fueron primera generación de universitarios y se sacaron la cresta, y no tuvieron lo que yo tuve. Es importante como figura pública entender y no esconder mi privilegio. Pero creo que los comentarios más absurdos eran, y son, los que tienen relación con mi cuerpo.
BESITOS, CUÍDATE
Precursora de un movimiento, Princesa Alba experimentó con los sonidos del trap cuando aún no era una tendencia en Chile: “Lo miro en retrospectiva y sí, fui adelantada”, recuerda. De hecho, su primera canción fue tan controversial por el sonido experimental que ofrecía que “mucha gente no entendía qué era, a qué género pertenecía, si era un meme o una performance”, cuenta.
¿Cómo te tomas el ser una visionaria?
Encuentro bacán haberme atrevido a hacerlo en esa época, haber sido de las primeras, porque ahora estoy en otra parada, tengo harta música que me ha generado una evolución sonora, y puedo seguir experimentando, que es lo que a mí me gusta.
Así como fuiste pionera en el trap, lo fuiste en el estilo Y2K que rememora la estética de los años 2000.
¡Sí! Eso es heavy. Al principio era muy Y2K cuando no estaba de moda, de hecho, esa es otra de las cosas por las que me tildaron de cuica abajista, decían que me estaba disfrazando de flaite, y para mí eso no era flaite, eso era Y2K. Usaba las plataformas de las Spice Girls, tenía el arito en la guata súper Britney, me puse un outfit inspirado en Christina Aguilera, con el presupuesto que tenía porque lo compré en Bandera. Pero se confundían los conceptos, la gente no cachaba qué era el Y2K en el 2017.
Después el tiempo te dio la razón. Tu estilo musical ha evolucionado, pero has dicho en varias oportunidades que no te gusta encasillarte, ¿por qué?
Porque estoy mutando constantemente. Soy una persona que va desarrollando nuevas perspectivas de la vida, de lo que soy, y de lo que quiero ser, entonces no me puedo encasillar. Sería súper hipócrita de mi parte porque sigo construyendo mi persona y mi proyecto. Me siento cómoda en muchos lugares, haciendo muchas cosas, muchos géneros, canciones, sonidos, performance, looks, color de pelo; me gusta ser un poco todo y un poco nada (ríe).
De hecho, tu última canción, “Ya no soy tu baby”, es un merengue.
¡Sí! Quería darme el lujo de que fuese diferente a lo que venía haciendo. Creo en las libertades creativas, me hace muy bien poder hacer lo que quiera, sobre todo en ese momento, porque fue mi última canción antes de firmar con Sony. Tenía muchas ganas de sacarla, es una oda a los 2000.
Y el video dirigido por Javiera Eyzaguirre quedó increíble.
Es que ella es una mujer bacán, poderosa, y fue una experiencia entretenida también ver su approach a la canción. La concibió desde su universo, y es bacán ver otra perspectiva de lo que uno se imagina.
Me llama la atención que sueles trabajar rodeada de mujeres.
“Rodeada de mujeres” (canta). No soy muy separatista, hay cabras que eligen equipos de mujeres y lo encuentro bacán. A mí me nace, me siento mucho más cómoda en lo queer y lo femenino que en lo hetero. Pero es algo mío, porque mi familia es mucho de mujeres, todos mis amigos son disidencias, entonces es mi zona de confort.
ETERNA CAMPEONA, ETERNA SOÑADORA
Has pisado grandes escenarios, pero en el imaginario colectivo Viña del Mar sigue siendo el más importante de Chile; ¿sueñas con él?
Sí, me encantaría, es un sueño que quiero lograr, pero también lo son muchas cosas, por ejemplo, uno de mis nortes es Coachella. Las cosas pasan así en la música, te llega un mail y dice “esta es tu oportunidad, la tomas o la dejas, estás lista o no”, y mi idea es siempre estar lista. Todo el año pasado preparé un show que fuese de calidad internacional, y lo estaba haciendo para el Caupolicán, y de repente me dicen Coldplay, y estaba lista. Y si me decían Viña, también tenía un show preparado. Este año les toca a mis colegas, a la Paloma (Mami) y al Poli (Polimá Westcoast), y nos van a representar bacán, y ojalá, por qué no, el próximo año estar ahí.
¡Así será! Tu primer disco “Besitos, cuídate” salió en un momento súper complicado de tu vida, porque estabas en medio de tu distanciamiento con Gianluca, ¿te arrepientes de algo?
(Piensa). Quizás me arrepiento de confiar en la gente. Tiendo a creer que nadie tiene malas intenciones. Pero en cuanto a la relación, no, se dio todo súper orgánico y natural, los dos hacíamos música y nos cuidábamos harto de no exponer mucho lo que teníamos, porque ya estábamos súper expuestos… Y al final igual quedó la cagá cuando terminamos. En cuanto al disco, la música siempre va a ser mi manera de poder botar todo el dolor o la pena que tenga.
En ese sentido, ¿cuál es tu canción más personal?
“Lo siento”, esa canción trata de que te pidan perdón, pero no hay vuelta atrás. Dejo muy expuestos mis sentimientos y mi manera de ser, porque aunque me hagan daño, yo sigo queriendo mucho a mis ex, obviamente no de una manera romántica. Sé decir adiós, y soy tajante en eso.
Después de esa tormenta, ¿qué te hace feliz hoy?
Las expectativas de lo que se viene este año. Estoy súper ansiosa de ver el nuevo esquema de trabajo con una multinacional, estoy emocionada por tener un equipo más grande, por los estrenos que se vienen, las canciones nuevas, los videoclips, ¡los viajes! No puedo dar muchos detalles, pero se viene algo pronto (ríe).
¡Qué emoción! ¿Qué crees que te ha llevado tan lejos?
La constancia yo creo. Soy súper constante, y soy súper resiliente. #SARAH
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