
Todo el revuelo mediático que ha generado la elección de la actual Reina del Festival de Viña, Emilia Dides, versus su más cercana competidora Faloon Larraguibel, nos ha puesto a pensar -y mucho- en este certamen que se genera al alero del festival latino más importante del mundo, y en el cómo pasamos de coronar a figuras de relevancia mundial como Gloria Trevi o Celia Cruz, a un escenario como el actual, en que a punta de completadas, pataletas y muy poca ropa, se elige a la mujer que ostentará la corona.
Y aunque todos pensábamos que Emilia Dides sería quien devolviera el alicaído glam que algún día tuvo este concurso, todo lo que se ha generado alrededor de su elección, que incluye “piscinazo alternativo”, por darle un nombre un poco más decoroso al espectáculo de Canal 13 que ha incluído interminables horas al aire de toda su parrilla programática generando un clima de confrontación, ha empañado una vez lo que otrora fue un espacio de reconocimiento no solo a la belleza, sino al talento, carisma y cercanía de las grandes figuras femeninas.
¿Qué le pasó a la elección de la Reina de Viña, que pasó de ser un certamen lleno de magia, a convertirse en un circo en el que la tónica es enfrentar a mujeres? Como dicen los detectives, para comprender un crimen (perdóneme la analogía, pero acá hay un asesinato: mataron el certamen), primero hay que conocer el contexto de la situación y a sus protagonistas, vamos por parte.

1.- ¿De qué se trata el reinado de Viña?
La primera Reina de Viña fue María Graciela Gómez, y su coronación surgió espontáneamente el año 1979, en que ella fue conductora del festival. ¿La razón para nombrarla reina? Su carisma y cercanía con la prensa y el público. A partir de ese año, se instaura la tradición de premiar la belleza, carisma y cercanía de una mujer en el festival y todas las actividades al alero de este.
2.- Grandes divas con corona
Fue en el año 1984 que el concurso logra relevancia internacional, coronando ese año a la icónica Raffaella Carrá. Tras ella, grandes divas de la música y el espectáculo como Xuxa, Thalía, Myriam Hernández, Yuri, Lucero, Sofía Vergara, Celia Cruz, obtuvieron la corona. ¿El factor común? talentosas mujeres que en el contexto del festival lograban mostrar su carisma y cercanía con la prensa y el público.

3.- Nace el piscinazo
Fue la uruguaya Natalia Oreiro quien de forma espontánea creó la que hoy es una tradición: el piscinazo. La actriz y cantante, fruto de una genuina alegría y de forma espontánea se lanzó a la piscina como celebración por haber sido coronada.
4.- La era de las modelos
¿Cuándo empieza a desvirtuarse el certámen? No hay un momento o una razón exacta, pero tendemos a pensar que cuando los canales de tv comienzan a tener sus “candidatas”, comenzamos a caer por un despeñadero. Tras las grandes divas de la música, vino el turno de las modelos, período que inicia con Kenita Larraín, a quien le siguen Luciana Salazar, y luego Pampita, quienes eran contratadas por canales para venir por una semana y llevarse la preciada corona, tras fuertes “campañas” con los periodistas acreditados.

5.- ¿Quién decide?
Los periodistas acreditados del Festival de Viña fueron quienes históricamente elegían a la reina, por ello, cuando el concurso comenzó a perder el norte, fueron los profesionales de los medios quienes comenzaron a “gozar” los beneficios de ser jueces, y se convirtieron en protagonistas de vergonzosos asados, fiestas, y depositarios de múltiples regalos por parte de las candidatas, que llegaban incluso a hacer ofertazos del tipo “mi piscinazo será sin ropa” para conseguir los anhelados votos. En este punto vale preguntarse, ¿hasta qué punto la “ética periodística” (de la cual estos profesionales hacen verdaderas apologías) puede verse quebrantada por un asado, una completada o el morboso deseo de ver a una mujer semidesnuda?
8.- Canal 13, ¿cuándo perdiste el norte?
Ok, los canales pueden proponer a sus candidatas, pero este canal en particular, que hizo de todo para tener un largo historial de “reinas coronadas”, ha pasado los límites del decoro, el buen gusto y la ética. ¿Quién es el director que permite, o decide -más bien- poner al aire el “piscinazo alternativo” de quien obtuvo el segundo lugar, y generar un clima de tensión, pelea y confrontación entre dos mujeres del espectáculo, solo porque la ganadora no era su candidata?

9.- Enfrentamiento de mujeres, ¿quién tiene la culpa?
No puedo evitar recordar esta escena: Mon Laferte respondiendo indignada en una conferencia de prensa porque le preguntaban por la competencia entre mujeres, diciendo que eso no ocurría y que eso era culpa del machismo, pero sus palabras hoy no parecen tan extrañas. La reciente elección de Reina de Viña puso a competir a mujeres, las enfrentó, y dejó a una llorando y a otra haciendo un piscinazo paralelo, ¿es necesario todo esto?
10.- Las campañas, las promesas y las exigencias
Que deben lanzarse a una piscina prácticamente desnudas; que deben “hacer campaña” (entendiendo por “campaña” al acto de llevar comida gratis, fiestas y regalos a los “jurados” de la prensa); y ¡por si esto fuera poco! deben ser expertas nadadoras, recordemos todas las críticas recibidas por Naya Fácil el 2024 por no lanzarse a la piscina y dar un espectáculo digno de nadadora olímpica. Todo esto nos hace pensar ¿por qué entregamos toda esa carga a la reina, si además le estamos pidiendo que sea hermosa, simpática y generosa?

11.- ¿Y qué pasa con el rey?
¿Por qué si a las mujeres les exigimos tanto, con los hombres no es lo mismo? A ellos, por el contrario, les exigimos solo ser simpáticos, ojalá graciosos. Pero al rey no le exigimos un piscinazo con performance, no le pedimos que tengan un cuerpo fit perfecto o que se lancen a la piscina semidesnudos.
12.- Corona 2025: Te teníamos fe
Ante todo este panorama adverso, el certamen 2025 se presentaba como una luz de esperanza. La reina electa nos hacía volver a los tiempos en que se elegía al talento y carisma por sobre el perfil de vedette en el borde de una piscina que podía ofrecer una modelo (nada en contra de las mujeres sexys, pero nuestro mercado está saturado de este perfil y ante todo, este no es el escenario para eso). Emilia Dides era quien, tal como nos unió para alentarla en el Miss Universo, nos retornaría al camino que nunca debimos dejar: talento, carisma, conexión con el público y la prensa, pero, una vez más, se llevó el certamen a un escenario dantesco, sin solemnidad, sin seriedad, sin rumbo.