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#SoyTendenciaenÁfrica: Un viaje hacia la consciencia de nuestro mundo

Por @soytendencia

junio 2022

Siempre soñé con conocer África, pero quería conocerlo de manera distinta, menos turista y más humana, pues no se trataba de un viaje más. Y luego de concretar esta experiencia, puedo decirles que soy un ser humano distinto, con mayor consciencia, y contarlo es mi misión.

Este viaje era un sueño que atesoraba desde hacía mucho tiempo, por eso cuando conocí a Javier, quien es amigo de Einer, el chileno que armó una fundación en África, le dije: “La próxima vez que vayas a África, avísame”. Al día siguiente de esta conversación ya me encontraba haciendo planes, organizando el viaje, reuniendo plata. La misión era cumplir ese sueño, que iba mucho más allá de visitar y recorrer; había un propósito que más tarde comprendería completamente. 

VIAJAR A CONSTRUIR UN POZO DE AGUA

Uganda es un país del África oriental con 45 millones de habitantes; su geografía es muy dispersa, los niveles de pobreza son más grandes de lo que desde Chile podemos siquiera imaginar, y sus necesidades son tan disímiles a nuestra realidad que impactan hasta replantearte muchas cosas. Estando allá, conociendo a su gente y su vida te das cuenta de que no puedes cambiar el mundo de estas personas. Ellos viven como viven y son extremadamente felices, y ahí es cuando tú te cuestionas ¿quién está mal?, ¿qué mundo tengo que cambiar, el de ellos o el mío? Estando en Uganda comprendí que el real motivo de este viaje maravilloso era aprender de estas personas.

Einer Rubilar es un chileno que vivió en Estados Unidos y que en un viaje realizado a Uganda pudo conocer la realidad del país. Ver a niños que recorrían grandes distancias para buscar agua para sus familias lo impactó al grado de querer volver a Uganda y poder contribuir con algo. ¿Qué necesitaban esas personas que observó?, algo tan básico y vital como el agua. La gran dicotomía se presenta al saber que Uganda —y los países cercanos— se encuentran sobre la mayor reserva de agua dulce subterránea del mundo, ¡y es una locura!, porque estando ahí te cuestionas cómo es que no se construyen grandes obras para tener alcantarillado o agua potable. La respuesta es que no hay recursos, y muchas veces tampoco existe el conocimiento para siquiera pensarlo.

“Estando allá, conociendo a su gente y su vida te das cuenta de que no puedes cambiar el mundo de estas personas. Ellos viven como viven y son extremadamente felices. Y ahí es cuando tú te cuestionas ¿quién está mal?, ¿qué mundo tengo que cambiar, el de ellos o el mío?”

Así nació la fundación Begin Anew, dirigida por Einer, quien vive en África hace quince años y que como principal misión tiene la de construir pozos de agua para abastecer a pequeñas comunidades y poder mejorar —en parte— su calidad de vida. A la fecha, han construido 150 pozos además de una escuela y otros proyectos. Cuando conocí la fundación y su trabajo me puse la meta de construir al menos un pozo, y lo logramos gracias a la “Caja de vacaciones” que lanzamos en noviembre del año pasado, ya que parte de sus ganancias se fue a construir este pozo; fue hermoso. Ese pozo de agua que hoy existe y beneficia a dos mil habitantes de Uganda fue gracias a todas las personas que recibieron la caja. De hecho, hay un letrero muy bonito que dice que el pozo lo donó la Caja by Soyte.

¿Por qué construir un pozo de agua? Básicamente porque el agua de consumo humano de estas localidades la extraen de pantanos y de un montón de lugares de donde el agua sale sucia, contaminada, y con parásitos; esto provoca enfermedades que claramente después no podían ser tratadas ni cuidadas y por eso mucha gente muere. La misión era aportar un granito de arena y poder cambiar un poco nuestro mundo, mi mundo, para al llegar de regreso y poder contar esta experiencia a mis cercanos y hacerlos conscientes de que existen estas realidades diferentes, y que están ahí, en nuestro tiempo. 

“Este viaje me hizo tomarle el peso a lo importante que es tomar conciencia. La conciencia colectiva tiene que aumentar, y eso es lo mejor que le puede pasar al mundo”.

Vi un montón de niños desnutridos, y en parte se explica porque el acceso al agua existe, pero de pésima calidad, porque es el agua del charco, entonces los niños se enferman al tomar esa agua asquerosa, y después no hay plata para curarlos o tratar una enfermedad. Para hacernos una idea, una familia en Uganda vive con 500 pesos al día, y la mayoría de las familias tiene entre seis y diez hijos, porque mientras más hijos tienes, más estatus tienes y eso sigue siendo importante en una comunidad y una cultura tan pobre como la que yo conocí. Entonces imagínate lo que es mantener a una familia de 10 personas con 500 pesos al día. 

EL DÍA A DÍA DE LA CONSTRUCCIÓN

Todos los viajes me cambian un poco la vida, y he viajado harto, he vivido experiencias muy distintas, he conocido distintos niveles de pobreza, pero este fue muy loco, nunca había visto niveles de pobreza tan grandes, pero al mismo tiempo gente tan buena y feliz. Y ahí te replanteas y te preguntas quién está mal, ellos o nosotros. Mi conclusión es que nadie está mal, yo no me tengo que sentir mal por llegar a Chile y tener ciertas comodidades, como la ducha de agua caliente todos los días o el cambiarme de ropa. Para mí este viaje fue conciencia. Si pudiera definir este viaje en una palabra sería esa, y al pensarlo siento que eso es lo que más falta le hace a este mundo: conciencia para entender que esa realidad existe.

Estuve en África dos semanas y fueron días de puro trabajo. Nos levantábamos a las 7 de la mañana. En la casa de Einer había gallinas, así que desayunábamos huevitos revueltos, y luego nos íbamos hasta el lugar donde se estaba construyendo el pozo en unas motos que arrendamos. Los pozos se construyen completamente a mano, con picota y sacando la tierra a mano. Nuestra pega era relacionarnos con la gente, compartir con las comunidades que estaban cerca de este pozo y conectar con estas personas que se interesaban mucho en nosotros; aunque al principio nos tenían miedo porque en muchos casos era primera vez que veían a un blanco. Me tocaban mucho el pelo, la piel. Los niños eran muy amorosos. Llevé un cargamento de chocolate que compartía con ellos. Así fueron mis jornadas, las que se extendían hasta las 7 de la tarde, todos los días.

“Cuando conocí la fundación y su trabajo me puse la meta de construir al menos un pozo, y lo logramos gracias a la “Caja de Vacaciones” que lanzamos en noviembre del año pasado, ya que parte de sus ganancias se fue a construir este pozo”.

El pozo que nosotros construimos es de ocho metros y tiene una durabilidad de hasta treinta años, si se le hacen las manutenciones correctamente. Es un pozo que va a abastecer a miles de personas de una villa o comunidad y otros que vienen de lugares cercanos a buscar agua para el consumo diario.

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Pa’ mi fue un regalo que me hice, fue un lujo haber aprendido tanto. Vivimos en condiciones no acostumbradas. El agua había que cuidarla muchísimo. La comida era lo que encontrábamos día a día, porque claramente no había refrigerador para conservar comida, no había ducha, así es que nos bañábamos por parte cada cuatro días. Entonces sentir y experimentar eso te hace más consciente. Este viaje me hizo tomarle el peso a lo importante que es tomar conciencia. La conciencia colectiva tiene que aumentar, y eso es lo mejor que le puede pasar al mundo. Desde mi vereda, lo que me corresponde hacer es contar lo que viví y que la gente —ojalá— lo vea como una realidad y no como una película que estoy narrando.

“El agua de consumo humano de estas localidades la extraen de pantanos y de un montón de lugares de donde el agua sale sucia, contaminada, con parásitos; esto provoca enfermedades que claramente después no podían ser tratadas ni cuidadas y por eso mucha gente muere”.

Hoy en África hay personas que no tienen los lujos que tú tienes, y quizás son más felices que tú, o tal vez no tienen las enfermedades que enferman hoy a nuestra sociedad, como el estrés, la depresión y otras, pues no las conocen. Sin embargo, no tienen acceso a cosas tan básicas y cotidianas como el poder abrir una llave de agua. 

LA GRAN MISIÓN DE BEGIN ANEW

Un pozo de agua puede tener una vida útil de entre 20 y 30 años si se cuida, y el impacto social que genera es inmenso. Beneficia directamente a miles de personas que ven cómo su calidad de vida mejora con estos pozos, cuyo costo bordea los 5 mil dólares entre materiales, mano de obra y seguros. 

¿Quieres ayudar a la fundación? Lo puedes hacer con una transferencia a una cuenta de Banco Estado de forma muy fácil. La información la puedes encontrar en el Instagram @beginanew.oficial