“Beber, comer y sentir” señala su bio de instagram, y con este antecedente acudimos a su sucursal de Providencia (Ubicada en Manuel Montt, además se ubica en Vitacura, Lo Barnechea y Viña del Mar). En este punto es importante hablar de la promesa de valor de La Vinoteca: poder llegar a los maridajes perfectos entre sus platos y su amplia carta de vinos, ¿no eres experto? no importa, te atenderá alguien que sí lo es, y te guiará en el camino. Debo admitir que no me considero experto en vinos, ¡para nada! por lo que simplemente me dejé guiar, y el viaje estuvo bastante bien.
Fui un miércoles por la noche, tipo 21 horas, y a pesar de que había mucha gente, el local no estaba lleno, la atención fue muy ágil, y en todo momento me sentí “asesorado” por la garzona asignada, quien incluso interpretó mi escueto “algo fresco” para iniciar con un aperitivo, así fue que conocí el “Collins rosé”, un cocktail veraniego que fue el perfecto inicio de una cena de finales de marzo.
PARA EMPEZAR
Revisando la carta de entradas para compartir, vi una provoleta con cebolla acaramelada y -como fanático de la provoleta- de inmediato la pedí. Mi acompañante y yo no fuimos capaces de acabar con esta entrada pues es realmente grande, y deliciosa, me llevó con su sabor al Valle de Elqui. A la hora de pensar en los platos de fondo, comienza lo que podríamos llamar “la Experiencia Vinoteca”.
LA EXPERIENCIA DE SENTIR
Con 74 viñas presentes en su carta, La Vinoteca podría catalogarse como una gran bodega en medio de la ciudad, esto pues no se trata de un restaurante solamente, el real corazón de la marca son precisamente los vinos, que pueden ser comprados por botellas tanto en sus 4 sucursales como en su sitio web. Pero no se trata solo de una tienda, pues la idea es poder sumergirse en las infinitas opciones que tienen, y en ese viaje, el garzón es elemental.
Primero elegimos nuestros platos de fondo: un risotto de setas para mí que no como carne, y un ojo de bife con papas para Héctor. Teniendo clara la decisión, Valery -tremenda garzona- nos ayuda a elegir un vino perfecto para cada plato, y no es necesario compartir una botella, puedes pedir una copa de cualquier etiqueta disponible, de hecho puede incluso pedir probar uno antes de elegirlo.
¿Los elegidos? Para acompañar el bife, hubo dos “finalistas”: un Ampluz Carménère de Santa Ema y un Cabernet sauvignon de la viña Vik, hoy por hoy, considerada la mejor viña de Chile. La elección fue para Vik.
Por mi parte, tenía un vino rosé en la mente, y al señalarlo, me recomiendan La piu belle rosé, de la Viña Vik, que más allá de ser otro rosé del mercado, es una perfecta mezcla que resulta de la unión de 4 cepas: Cabernet sauvignon, Cabernet franc, Syrah y Carménère. ¿Veredicto? se trata de un vino con notorias notas frutales como damascos y maracuyá, con un toque cítrico final que me enamoró, de hecho al finalizar la noche, pedimos dos botellas para llevar. Ojo, ambos optamos por vinos de la Viña Vik, quizás por su rótulo de “la mejor viña de Chile” al inicio, pero confirmamos la decisión con la copa en la mano.
¿Qué puedo decir sobre la comida? Me encanta que haya opciones vegetarianas, los tiempos de espera son muy breves, y mi plato fue una especie de viaje al bosque que me encantó.
PARA FINALIZAR
Tras el viaje que significa una cena en La Vinoteca, hay dos opciones de terminar la noche: elegir un postre de su carta, o pasarse por la tienda y elegir un par de botellas de vino para llevar. O puedes hacer ambas, como hice yo.
Mi postre fav de la carta: “Copón de suspiro frambuesa”, solo diré que no es un postre individual, debe ser compartido, es ideal para rematar con la frase “con dos cucharas, por favor”. Ojo con la tienda, no solo tiene cientos de vinos, también hay una gran carta de espumantes, otros licores como vodka o whisky, y una zona de quesos y charcutería que de seguro te encantarán.
¿Nota? Muy cerca de la máxima.